Educación Cristiana Alternativa

Educación es algo muy diferente de lo que usted piensa …

Más importante que la salud

Este artículo se dirige mayormente a aquellas personas que
leyeron mi aviso anterior, y que por ello se sintieron movidos a
orar por mí. Varios de ellos me ofrecieron orar por mi sanidad.
No es que esa petición me parecería demasiado grande. Pero mi
impresión es, desde el inicio, que actualmente no es la voluntad
de Dios sanarme, por lo menos no bajo las circunstancias
actuales.

Mi situación

No quiero prohibir a nadie orar por mi sanidad. Si Dios lo
pone en tu corazón y te da una promesa para ello, hazlo. Pero
sobre todo quiero que sepas que estoy tranquilo y en paz en las
manos de Dios, sea cual sea mi estado de salud, esa no es mi
preocupación.

Estoy convencido de que cada persona – y particularmente cada
cristiano – tiene una tarea de vida encargada por Dios, esté
consciente de ello o no. Y que Dios quita a cada persona de la
tierra cuando la tarea de vida de aquella persona está cumplida.
(Lo cual no es sinónimo con "cumplir determinadas
metas". El profeta Jeremías por ejemplo, según criterios
terrenales era un fracaso total: nadie se convirtió al escuchar
su mensaje. Sin embargo estoy convencido de que él cumplió la
tarea de su vida.)

En cuanto a mí, estoy bastante seguro de que la tarea de mi
vida consiste en:

  • Ayudar a verdaderos seguidores de Jesús a continuar su
    camino, y a entender mejor la palabra de Dios.
  • En los círculos cristianos, propagar una pedagogía
    fundada en principios bíblicos, y adaptada a las
    características y necesidades de los niños. Lo cual
    significaría, en particular, construir alternativas
    educativas que sean diferentes a las escuelas
    institucionales (incluidas las "cristianas"),
    ya que ésas no son ni bíblicas ni adecuadas a las
    necesidades de los niños.
  • Animar a los verdaderos seguidores de Jesús, y ayudarles
    con enseñanza bíblica, a que tengan comunión
    espiritual según el ejemplo de los primeros cristianos.

Actualmente y desafortunadamente, sucede que ya no encuentro a
las personas a quienes se dirigen estas tareas, por lo menos no
en mi propio entorno. Quizás existen todavía unos cuantos
seguidores verdaderos de Jesús, pero si los hay, no se dan a
conocer. Posiblemente su vida espiritual se echó a dormir en las
iglesias institucionales. Hemos intentado varias veces ganar a
unos participantes de iglesias para una comunión espiritual con
nosotros. Sólo un diminuto puñado de personas respondió
positivamente a ello. (Puede ser que con estos "dos o
tres" yo siga teniendo un deber.)

Acerca del punto 2, nunca existió un grupo interesado. Hace
años conocí a un misionero que deseaba formar profesores según
principios bíblicos. Él había buscado más que yo: había
viajado por todo el Perú y visitado a toda escuela evangélica
que existía en aquel tiempo. Le pregunté si alguna de esas
escuelas se dedicaba a elaborar contenidos y materiales de
enseñanza con fundamento bíblico. Él respondió: "No.
Todas enseñan según la perspectiva prescrita por el gobierno, y
usan los materiales del gobierno u otros conformes con ellos. Y
hay una que importa materiales del extranjero."

Últimamente están surgiendo ciertas corrientes de familias
que educan en casa, y que desean aplicar principios bíblicos.
Algunas de ellas desean también usar una pedagogía de acuerdo a
las características y necesidades de los niños. Así que hay
esperanza de que aquí esté surgiendo, aunque no una bien
formada alternativa pedagógica, pero por lo menos un grupo de
familias deseosas de aplicar los mismos principios o similares.
Me queda abierta la pregunta hasta dónde será posible una
colaboración fructífera entre estas familias. Hasta ahora no
llegué a tener conocimiento de algún grupo determinado a
fundamentarse juntos sobre los principios mencionados. Según mi
observación, las familias educadoras suelen ser bastante
individualistas – y en cierta medida hay que serlo para
perseverar en el propósito de educar en casa. Pero por el otro
lado, ese individualismo a menudo dificulta la colaboración
práctica entre familias que tienen 219 diferentes visiones de la
educación.

En breve, con todo lo que sucede, concluyo que estoy llegando
al fin de mis posibilidades, respecto a la tarea de mi vida. Y no
creo que debo hacer cosas que no corresponden a ese llamado. Por
tanto, me parece muy lógico que Dios tenga que quitarme de esta
tierra en breve – aun si algunas personas a mi alrededor no
entienden eso.

Algunos me han dicho que puede haber otras razones para
quedarse en la tierra, p.ej. para disfrutar de la vida. Pero
según las señales de los tiempos y las profecías bíblicas,
los años venideros no serán de la clase de que uno pueda
disfrutar de ellos.

Otros me han dicho que nadie puede saber con seguridad cuál
es su tarea de vida, y cuándo está concluida. Pero ¿acaso no
podemos pedir a Dios que Él nos revele eso? Eso es ciértamente
una petición más fácil que la petición de que me sane de una
enfermedad incurable Yo le he pedido eso, y la respuesta es lo
que he escrito arriba.
Además podemos sacar la conclusión en dirección opuesta: Si
Dios me hace saber, mediante un diagnóstico médico, que Él
planea quitarme de la tierra en un momento no muy lejano,
entonces puedo concluir de ello que la tarea de mi vida está
cercana a su conclusión.

Mis peticiones de oración

Por el otro lado, existe la posibilidad remota de que Dios
despierta a grupos de personas que respondan a las tareas arriba
mencionadas. Si eso sucediera, sería una buena razón para pedir
por la prolongación de mi vida. De ahí mis peticiones de
oración:

  1. Por favor ora conmigo, que Dios conduzca a algunas
    persona a un verdadero arrepentimiento y nuevo
    nacimiento; que experimenten la convicción del pecado
    (Juan 16:8) y lleguen a la fe plena.
  2. Que aquellos que de verdad nacieron de nuevo, despierten
    a una vida entregada a Jesús y siguiendo a Él por
    completo.
  3. Que Dios abra los ojos de Sus verdaderos hijos, para que
    entiendan Su voluntad y principios para la educación. En
    particular, que los padres no sigan permitiendo que sus
    hijos sean adoctrinados en enseñanzas ateas en las
    escuelas. Igualmente, que no permitan que sus hijos sigan
    siendo maltratados y confundidos en el nombre de una mal
    concebida "educación".
  4. Que los nacidos de nuevo busquen y practiquen también
    nuevamente la comunión espiritual en el sentido de
    Hechos 2:42-47, 1 Cor.14:26, etc.
  5. Que la (relativa) libertad actual siga reinando todavía
    algún tiempo más, para poder obrar en el sentido de los
    puntos mencionados.

Pienso que las cosas mencionadas son algo de lo más
importante que podemos pedir a Dios en el tiempo presente. De
todos modos, más importante que mi bienestar personal. Por
tanto, te agradezco si tú también puedes orar en este sentido.

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Retos y ventajas del método de unidades temáticas y proyectos

En el artículo anterior he descrito unas experiencias prácticas con dos implementaciones del método de unidades temáticas, o aprendizaje por proyectos, con la vida de David Livingstone como tema central. Una de las implementaciones fue con nuestros propios hijos a quienes educamos en casa; la otra fue con 20 alumnos de edades variadas, en un programa vacacional.

A continuación describiré, a manera de evaluación, unas ventajas manifiestas de este método, y unos desafíos que se nos presentaron en el camino.

Motivación intrínseca de los niños

Al elegir temas que corresponden a los campos de interés de los niños, aseguramos que ellos estén motivados por sí mismos a participar en los proyectos, y a alcanzar las metas propuestas. Lo perciben como una necesidad propia, no solamente un deber (quizás de poca utilidad) impuesto desde afuera.

Obviamente, para que eso funcione, los niños deben tener la oportunidad de una elección voluntaria. La motivación intrínseca no puede actuar cuando hay un único tema, o un único proyecto, obligatorio para todos. Por tanto, nosotros como educadores estamos ante el reto de proveer opciones diversificadas (en el caso de un grupo grande de niños), o de reconocer acertadamente los campos de interés de los niños (en el caso de una familia, o de pocos alumnos individuales).

Conocimiento integrado

Una unidad temática permite percibir todas las materias escolares como partes de un todo mayor, que da significado a las partes. Los alumnos pueden ver, por ejemplo, como ciertas leyes matemáticas permitieron a Livingstone orientarse en el interior de África; o como sus conocimientos médicos y su aprendizaje de idiomas contribuyeron al cumplimiento de su llamado misionero. El tema entero se ubica en un contexto histórico específico (el siglo 19), con sus problemáticas específicas que Livingstone tuvo que enfrentar (por ejemplo el tráfico de esclavos). Aun unos detalles de la ortografía y gramática tuvieron su aplicación natural al revisar y corregir los textos producidos por los «periodistas». Este método provee un entendimiento más amplio que cuando cada parte se estudia como una asignatura aparte, aislada de las demás.

Desde una perspectiva cristiana podemos decir además, que es el mismo Dios quien creó el universo, estableció sus leyes, y creó nuestras mentes con las que podemos descubrir esas leyes y reflexionar sobre ellas. Así, una cosmovisión cristiana nos confirma que efectivamente el universo y los conocimientos acerca del universo conforman una unidad con sentido y propósito, no un conglomerado de «materias» desconectadas entre sí.

Como educadores, somos desafiados a ver el «cuadro grande» para poder señalar estas conexiones a los niños, y a no encerrarnos dentro de una sola especialidad.

Aprendizaje activo

Los proyectos prácticos, tales como hacer expediciones, practicar procedimientos médicos, producir una revista, etc, proveen todas las ventajas de una pedagogía activa:

  • El aprendizaje por experiencia propia, no solamente de segunda mano.
  • El involucramiento de todos los sentidos: vista, oído, tacto, etc.
  • Incentiva la creatividad, al permitir a los niños realizar ideas propias.
  • Provee oportunidades para el movimiento físico, que es una necesidad muy grande en la niñez.

Grupos heterogéneos

Las unidades temáticas y los proyectos prácticos son ideales para grupos heterogéneos, tales como familias educadoras con niños de diversas edades, o escuelas alternativas resp. escuelas multigrado. En nuestro programa vacacional, alumnos desde los 6 hasta los 14 años trabajaron juntos en los proyectos. Todos encontraron oportunidades para participar de una manera significativa, y de acuerdo a sus conocimientos y capacidades. Para dar unos ejemplos:

En el grupo de «médicos», para los pequeños fue un reto contar el pulso correctamente, determinar cuándo había pasado un minuto, y ubicar el corazón o los pulmones en el cuerpo humano. Los que eran un poco más avanzados, practicaron leer correctamente los instrumentos de medición para la temperatura y la presión sanguínea, y aprendieron acerca de las funciones básicas del corazón o de los pulmones. Los alumnos de secundaria pudieron ocuparse de preguntas más avanzadas, por ejemplo cómo se relaciona la actividad del corazón con la presión sanguínea; o estudiaron detalles anatómicos como los nombres y la ubicación de diversos huesos, etc. Todos estos conocimientos y capacidades encajaron de manera natural dentro de las mismas actividades.

En el grupo de «traductores» se habían inscrito alumnos que no sabían quechua; de manera que todos, pequeños o grandes, eran principiantes por igual.

En el grupo de los «geógrafos», todos pudieron participar por igual en la observación de plantas y animales. Los que tenían un interés o talento artístico, hicieron dibujos. Los interesados en lenguaje y comunicación escribieron reportajes, o hicieron entrevistas. Algunos practicaron contar pasos. Los que tenían conocimientos matemáticos un poco más avanzados, pudieron posteriormente convertir esos datos proporcionalmente en metros. Un alumno de secundaria aprendió un método para medir el ancho de un río sin tener que cruzar al otro lado, usando mediciones con la brújula y leyes de la trigonometría.

Para los educadores, eso crea el desafío de identificar las posibles contribuciones o aprendizajes que cada alumno individual puede realizar. Muchas actividades pueden realizarse con el grupo en conjunto; pero el rol individual de cada alumno dentro del grupo puede variar.

En el ejemplo concreto de nuestro programa vacacional, la gama de edades fue muy amplia. Es entendible que algunos educadores tienen dificultades con una situación así, porque no se sienten capacitados o aptos para tratar con todos los grupos de edad. En situaciones con un mayor número de alumnos, se pueden diversificar los proyectos y actividades, de manera que ciertas actividades atraerán mayormente a alumnos de primaria, y otras mayormente a los de secundaria. También en nuestro programa, algunas actividades requirieron una separación de un grupo por «principiantes» y «avanzados», por ejemplo en los grupos de matemática y de ajedrez. En matemática, la separación se dio de manera natural entre primaria y secundaria; mientras que en ajedrez no hubo una correspondencia exacta con el nivel escolar.

– El sistema escolar convencional intenta crear grupos homogéneos, al separar los niños por grados y por edad cronológica. Detrás de eso está la idea de que los niños de la misma edad deberían estar «al mismo nivel». Pero eso es una ilusión, como documenta por ejemplo la siguiente cita:

«La Investigación Medford de Crecimiento y Desarrollo del Niño, llevada a cabo durante doce años por la Universidad de Oregon (1957-1969), demostró que entre los ‘alumnos de séptimo grado’ existe una variación fisiológica de seis años: Algunos niños de una edad cronológica de 12 años, tienen fisiológicamente sólo 9 ó 10 años, mientras que otros tienen un desarrollo correspondiente a los 14 ó 15 años. (…) La variación ‘académica’ entre los ‘alumnos de séptimo grado’ refleja una gama de diez años en el rendimiento – desde puntajes correspondientes al tercer grado hasta el décimo­tercer grado, según exámenes tradicionales estatales. No puede existir una clasificación de ‘séptimo grado’ [basada en la edad cronológica], sin embargo, sigue persistiendo hasta hoy como si fuera un edicto de los dioses.»
Don Glines, «100 years war against learning» («Cien años de guerra contra el aprendizaje»), Educational Futures Project.

En realidad, un grupo de alumnos de un mismo grado es también un grupo heterogéneo. Solamente que los alumnos y profesores se encuentran adicionalmente bajo la presión de que «todos tienen que estar al mismo nivel». Eso produce unos patrones de comportamiento que dificultan el aprendizaje para la mayoría de los alumnos: Se enfatiza la competencia de todos contra todos, en vez de la colaboración; de ahí surgen agresividad y el «bullying»; se marginan los que de alguna manera son «diferentes»; se produce desánimo en los que quedan «atrás», y un orgullo malsano en los pocos que quedan «adelante». Son notorias las dificultades del sistema convencional para acomodar adecuadamente a aquellos alumnos que no se dejan «nivelar» fácilmente: por un lado los que tienen problemas de aprendizaje, y por el otro lado los superdotados (que no siempre son los que sacan las mejores notas).

Por tanto, es más saludable si admitimos de antemano que todo grupo de niños es heterogéneo, y en consecuencia permitimos que lo sea también respecto a características más visibles, como por ejemplo la edad. De esta manera les quitamos de encima la presión psicológica de tener que «ser como los demás», o de «ser mejor que los demás». En cambio, permitimos a cada uno participar tal como es, con sus puntos fuertes y sus debilidades particulares.

Los grupos heterogéneos permiten practicar interacciones sociales más diversas y más naturales que los grupos homogéneos. En la vida real (familia, trabajo, amistades, vecindario, etc.) no limitamos nuestros contactos sociales a personas de la misma edad. Por tanto, un ambiente que limita a los niños en este aspecto, no es una buena preparación para la vida real. En un grupo heterogéneo, los participantes menores o menos avanzados pueden aprender de los demás; y los mayores o más avanzados aprenden a ayudar a los demás, a ejercer consideración hacia los más débiles, y a desarrollar cualidades de un liderazgo responsable. Todos aprenden a respetar sus diferencias individuales respecto a conocimientos, habilidades, preferencias, etc.

Aprendizaje personalizado

Los métodos descritos se acercan al ideal de proveer a cada alumno una experiencia educativa de acuerdo a sus necesidades individuales, porque le dan la oportunidad de elegir entre distintos grupos de interés, y entre actividades de distintos niveles de dificultad.

Por el otro lado, eso requiere un mayor número de educadores en proporción al número de alumnos. Es difícil que un único adulto, sin ayuda adicional, atienda a 25 a 30 alumnos en esta modalidad.

En el caso de nuestro programa descrito, éramos de 3 a 5 adultos (dependiendo de las circunstancias) para atender a los 20 participantes. Esa fue una proporción bastante elevada de adultos, debido a las circunstancias particulares:
– La amplia gama de edades (desde los 6 hasta los 14 años).
– Casi todos los participantes eran alumnos del sistema escolar convencional. Como tales, no estaban acostumbrados a una pedagogía libre y activa, y necesitaban un mayor acompañamiento para adaptarse a nuestra forma de trabajar.
– También varios de los adultos tenían poca experiencia con este método, y colaboraban en calidad de practicantes o ayudantes voluntarios.

En un ambiente educativo permanente (escuela alternativa; familia educadora), la necesidad de acompañamiento adulto disminuye con el tiempo, porque tanto educadores como alumnos adquieren experiencia y se adaptan mejor al método. Por ejemplo en nuestra familia, nuestros hijos alrededor de los 10 años de edad ya habían adquirido la costumbre de poder ocuparse de una actividad por un tiempo prolongado, con muy poco incentivo o instrucción de nuestra parte. En un grupo mayor, con el tiempo los alumnos mayores empiezan a asumir una parte de la responsabilidad por los menores. Por tanto, en un ambiente permanente, la proporción de adultos no necesita ser tan alta como en el caso aquí descrito.

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Experiencias concretas con una unidad temática (o de proyectos): «David Livingstone»

Dos veces tuve la oportunidad de desarrollar una unidad temática de aprendizaje por proyectos, con la vida de David Livingstone como tema central. La primera vez fue con mis dos hijos cuando estuvieron en la edad de primaria; la segunda vez en un programa vacacional con 20 alumnos. Describiré la realización práctica de los proyectos en ambas oportunidades, con los aspectos que tuvieron en común, y sus diferencias.

Elección del tema

En el caso de nuestra familia, el tema surgió de manera espontánea desde un interés particular de nuestros hijos. Les gustaban los juegos de computadora, lo cual fue un reto para nosotros como padres, de limitar este interés de manera adecuada, y en­cauzarlo en vías constructivas. Lo hacíamos, limitando su tiempo de computa­dora a una hora diaria mientras estaban en la edad de primaria, y dando preferencia a juegos que contienen un elemento de creatividad y construcción (por ejemplo que permiten diseñar mundos virtuales propios), y/o plantean un desafío a la inteligencia.

Uno de los juegos que les gustaba a nuestros hijos, trataba de un hombre que corre y trepa por la selva, y tiene que defenderse contra animales salvajes. El juego se llamaba «Livingstone, supongo». Eso nos dio una oportunidad educativa adicional, de sacar el tema fuera del mundo virtual de la computadora, y trasladarlo al mundo real. Pregunté a los niños si ellos sabían quien era Livingstone. Ellos no lo sabían, pero estaban interesados en escuchar más. Entonces comencé a contarles de la vida de Livingstone. Uno de los hijos se alegró cuando se enteró de que Livingstone había sido médico, porque en aquel tiempo él también deseaba ser médico. Así decidimos realizar unos proyectos relacionados con Livingstone.

En el transcurso de la educación de nuestros hijos, varios temas surgieron de manera similar: en medio de una conversación casual, por una pregunta de los niños, o al observar un área de interés particular de ellos. Algunos de ellos fueron: «Astronautas y el sistema solar»; «Dinosaurios»; «Felinos»; «Experimentos químicos». Una pedagogía libre, sin currículos cronogramados, tiene la ventaja de que se puede implementar un tal tema de manera inmediata, mientras que el interés y la motivación de los niños está todavía «caliente». Solamente tienen que tener paciencia hasta que nosotros hayamos encontrado unas informaciones y materiales correspondientes.

En el caso del programa vacacional, las circunstancias exigían que nosotros, los educadores, eligiéramos el tema con anticipación. Las oportunidades de elección para los niños se dieron en que ellos pudieron elegir entre diversos grupos de interés, dentro del tema «grande».

Campos del saber relacionados con la vida de Livingstone

Lo más fundamental fue la lectura de una corta biografía de Livingstone (Lenguaje y comunicación). Podríamos también haber escrito nuestro propio resumen; pero no lo hicimos, porque los proyectos brindaron otras oportunidades para la producción de textos.

Y por supuesto, al leer la biografía de un personaje histórico estamos estudiando historia.

Livingstone era médico, lo cual dio un punto de partida natural para explorar unos temas de Anatomía y Salud.

La fama de Livingstone radica en sus descubrimientos geográficos, botánicos y zoológicos en el interior de África. Por tanto, su biografía dio lugar a unos proyectos relacionados con la geografía, no solamente de África, sino también de nuestro entorno inmediato.

El estudio de mapas dio además lugar a unos temas matemáticos: Cálculo de escalas de ampliación y reducción; medición de direcciones y ángulos; y similares.

La conexión con la Biblia se dio por el hecho de que Livingstone se identificó en primer lugar como misionero. Eso fue su motivación para irse a África. En sus propios ojos, todos sus descubrimientos eran solamente productos marginales de su llamado misionero.

Implementación práctica en la familia

Primero leíamos acerca de la vida de Livingstone. En aquel entonces, nuestro hijo menor todavía no sabía leer; entonces su hermano mayor leyó para él.

Después quisimos saber por dónde había viajado Livingstone. Entonces buscamos en un mapa de África los lugares que él había descubierto, dibujamos un mapa en el cuaderno y trazamos las rutas de los viajes de Livingstone. En internet pudimos también encontrar fotos de aquellos lugares. – En este punto nuestros hijos ya estaban tan interesados en el proyecto que empezaron a olvidarse del juego de computadora.

Comenzamos a hablar sobre el tema de las misiones, la Gran Comisión, y leímos acerca de los viajes misioneros de Pablo. Trazamos también los viajes de Pablo en un mapa.

En cuanto a la medicina, los niños aprendieron a desinfectar heridas y a poner vendas sencillas.

Y entonces estábamos listos para meternos en los zapatos de Livingstone, emprendiendo nuestra propia expedición. Puesto que él había explorado el río Zambesi, nosotros nos pusimos a explorar un río cerca de donde vivíamos. Caminamos por unas dos horas a lo largo de la orilla del río, observando los animales y las plantas. Uno de nuestros hijos hizo dibujos, y el otro escribió unas descripciones breves. Al mismo tiempo practicamos el uso de una brújula: Medimos continuamente la dirección de la orilla, y así dibujamos un mapa sencillo de nuestra ruta y del río.

Usamos ejemplos de algunos otros mapas para practicar el medir distancias en un mapa y calcular las distancias reales; y a medir distancias reales y dibujar un mapa o plano a escala.

Después empezamos a investigar adónde se iba el agua de este río. Como casi todos los ríos del Perú, se trataba de un tributario del Amazonas. En un mapa del Perú seguimos el río hasta el Amazonas, e investigamos un poco acerca de la geografía de la Amazonía.

Por fin hicimos una segunda expedición, esta vez más larga: Viajamos río arriba hasta encontrar el lugar donde nacía el río. Fue un lugar muy alto en los Andes donde encontramos unas cataratas congeladas. Eso dio lugar a otras preguntas: ¿Cómo se forma el hielo? ¿Por qué el clima es más frío en la altura? Etc…

Así Livingstone nos animó a estudiar historia, geografía de Africa y del Perú, la Biblia, medicina, biología, dibujo, lenguaje, matemática, geometría … y además tuvimos ejercicio físico y pasamos unas aventuras inolvidables.

Implementación práctica en el programa vacacional

Ofrecimos diversos grupos de interés relacionados con la vida de Livingstone, dándoles los nombres de ocupaciones o profesiones que Livingstone ejercía: «Médicos», «Estudiosos de la Biblia», «Geógrafos», «Periodistas», «Traductores». Los alumnos pudieron decidir libremente, en cuáles grupos querían participar.

De acuerdo a los intereses y deseos de los niños, ofrecimos también unos grupos adicionales que no estaban relacionados con el tema de Livingstone: «Chefs», «Matemáticos», «Ajedrez», «Trabajos manuales». En circunstancias normales hubiéramos postergado esas actividades hasta después de concluir el tema «Livingstone». Pero fueron las vacaciones cortas, y tuvimos solamente dos semanas a disposición. Por eso decidimos ofrecer esos grupos paralelamente con los relacionados con el tema.

Los «médicos» practicaron medir el pulso, la temperatura, la presión sanguínea, y escuchar el corazón y los pulmones con el estetoscopio. Investigaron el funcionamiento de los pulmones y del diafragma, con la ayuda de un modelo construido con globos. Habíamos preparado también un estudio acerca de la malaria, una enfermedad de la cual el propio Livingstone había sufrido, y se esforzó por encontrar un remedio. Pero el estudio ya no pudo realizarse por falta de tiempo.

Con los «estudiosos de la Biblia» hicimos esta vez un estudio panorámico de la Biblia entera, con diagramas que resumen de forma gráfica las épocas históricas respectivas, porque la mayoría de los participantes no eran familiarizados con el contenido de la Biblia.

Los «traductores» decidieron que querían aprender quechua. Eso encajaba bien con el tema de Livingstone, ya que él también tuvo que aprender los idiomas indígenas de los lugares donde trabajaba.

Algunos otros proyectos pudimos realizar casi igual como lo habíamos hecho con nuestros hijos; por ejemplo las expediciones. Resultó que en los grupos de «geógrafos» y de «periodistas» se habían inscrito mayormente los mismos participantes, así que juntamos los dos grupos en uno solo. Este grupo se activaba durante las expediciones: Tenían la responsabilidad de observar plantas, animales, piedras, etc. en el camino, y de documentar sus observaciones mediante fotos, dibujos y descripciones. Además, de medir las distancias y direcciones por donde caminábamos, contando pasos y usando una brújula, y después de elaborar un mapa a base de estas mediciones. Al final produjimos una pequeña revista con los trabajos de este grupo.

Foto: «Geógrafo» midiendo con la brújula.

La biografía de Livingstone la contábamos durante los «tiempos de círculo», cada día un poco.

En nuestros programas normalmente tenemos primero un tiempo de actividades libres, de 2 a 3 horas, donde los niños pueden elegir lo que quieren hacer, usando los materiales y libros que tenemos a disposición; y hacemos sugerencias a quienes no pueden decidirse. Después nos juntamos todos en círculo, por media hora aproximadamente, para cantar, jugar, escuchar una historia, a veces también para compartir experiencias o para hacer decisiones importantes. Ese fue entonces el momento para contarles la vida de David Livingstone.

– Después tenemos los grupos de interés, durante una hora y media aproximadamente, donde los niños se comprometen anticipadamente con su inscripción a participar fielmente en aquellos grupos que eligieron. En este programa particular, sin embargo, los niños se habían inscrito en tantos grupos que tuvimos que dedicar gran parte del tiempo de «actividades libres» también a los grupos de interés.

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Educadores alternativos aplicando principios bíblicos

Recientemente tuve la oportunidad de participar en una conferencia donde pude conocer diversas iniciativas de educación alternativa. Los trasfondos y métodos de estas iniciativas son diversos, pero coinciden en que desean ofrecer una educación más de acuerdo a las necesidades de los niños. En su mayoría coinciden también en que desean tratar a los niños con respeto y darles un rol protagónico en su propia educación – a diferencia del sistema tradicional que ve a los niños mayormente como «objetos» que deben ser moldeados según los propósitos y deseos de sus educadores.

Ninguna de esas iniciativas educativas se identificó como «cristiana». Y sin embargo me quedé impresionado al ver que muchas de ellas, quizás sin estar conscientes de ello, aplican principios bíblicos en su modelo educativo. Por ejemplo:

El respeto hacia los niños.

Es un principio bíblico importante que los niños tienen valor como personas y por tanto debemos valorarlos. Recordamos que los discípulos de Jesús no querían permitir que los niños se acercasen a Él: «¡El maestro está demasiado ocupado!» – Pero Jesús se enojó con ellos y dijo: «¡Dejen a los niños venir a mí, porque de los tales es el reino de Dios!» (Marcos 10:13-16 y paralelas.)
Ya en el Antiguo Testamento dice: «Una herencia del Señor son los hijos; digno de estima es el fruto del vientre.» (Salmo 127:3)
Jesús dijo también: «Si ustedes no se arrepienten y se vuelven como los niñitos, no entrarán en absoluto al reino de los cielos. (…) Y cualquiera que recibe a uno de estos niñitos en mi nombre, me recibe a mí.» (Mateo 18:3.5)
Incluso dice a continuación, siempre hablando de los niños: «Pero el que hace tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, le conviene que le sea colgada una piedra de molino al cuello y que sea hundido en la profundidad del mar.» (Mateo 18:6) Esta es una de las palabras más radicales que habló Jesús, y lo dijo contra aquellos que hacen tropezar a un niño.

Así que una educación que enfatiza el trato respetuoso hacia los niños, está cumpliendo con estas palabras del Señor. Muchas escuelas alternativas y otras formas de educación alternativa dan importancia a que se debe permitir a los niños expresar sus opiniones libremente; que no se debe gritarles; que hay que darles opciones para que ellos mismos elijan sus actividades; etc.

En cambio, algunas corrientes de educación cristiana se enfocan excesivamente en la necesidad de corregir y «disciplinar» a los niños. ¡Pero ese no es el orden bíblico de las prioridades!

La preeminencia del amor

En las prioridades de Dios, el amor es lo primero. Así declaró Jesús – en concordancia con los maestros de su tiempo – que los dos mandamientos más importantes son: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente»; y: «Ama a tu cercano como a ti mismo». (Lucas 10:27 y paralelas; vea Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18).

También el apóstol Pablo dice enfáticamente que «si no tengo amor, no soy nada» (1 Corintios 13:1-7). Y el apóstol Juan dice: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.» (1 Juan 4:7-8)

En la conferencia participé en una actividad donde se juntaban las opiniones de todos los presentes acerca de lo que es lo más importante en la educación. Y resultó en el consenso común que algo de lo más importante y esencial en la educación es el amor. Esto es muy llamativo cuando vemos que esta es efectivamente la prioridad bíblica – y cuando lo comparamos con el sistema escolar tradicional, donde (según mi conocimiento) nunca se capacita a los profesores para amar a sus alumnos.

Solución de conflictos

Los representantes de una escuela alternativa me explicaron su sistema de solución de conflictos: En primer lugar se alienta a los niños a solucionar sus conflictos entre ellos, conversando y llegando a un acuerdo. Pero también encargan a algunos de los niños con la responsabilidad de ser conciliadores. Si unos niños involucrados en un conflicto no logran solucionarlo entre ellos, entonces tiene que intervenir un(a) conciliador(a) para ayudarles a llegar a una solución. Los casos graves, los que no se pueden solucionar con la ayuda de los conciliadores, se llevan a la asamblea general donde se reúnen una vez por semana todos los que son parte de la escuela, adultos y niños. Allí se busca una solución del conflicto con la ayuda de todos (y por supuesto tomando en cuenta las normas y reglas de conducta de la escuela). – La asamblea sirve también para planificar actividades, dar anuncios importantes, acordar normas de conducta, etc.

Este procedimiento para resolver conflictos corresponde exactamente a las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos:

«Si tu hermano peca contra ti, anda, amonéstale entre tú y él solo. Si te escucha, ganaste a tu hermano. Y si no escucha, lleva contigo a uno o dos otros, para que ‘por la boca de dos o tres testigos sea confirmado todo asunto.’ Y si no los quiere escuchar, dilo a la asamblea (…)» (Mateo 18:15-17)

En sus instrucciones a los discípulos, Jesús no hace ninguna diferencia entre «líderes» y «miembros comunes». No hay posiciones jerárquicas cuando se trata de resolver conflictos entre hermanos. Y así también en la mencionada escuela no se hace diferencia entre adultos y niños en este respecto. Si un adulto ha tratado mal a un niño, tiene que rendir cuentas de ello y enmendar el asunto, igual como cuando un niño trata mal a otro niño o a un adulto.

Todavía no he encontrado a ninguna iglesia institucional que haya puesto en práctica estas instrucciones de Jesús, tales como están escritos. En particular, parece que no entienden lo que significa la palabra «asamblea» – mayormente traducida como «iglesia» – en la Biblia; y no entienden el dicho de Jesús de que «uno solo es vuestro maestro, y ustedes todos son hermanos» (Mateo 23:8).
¡Pero unos educadores alternativos que no se identifican como cristianos, y que quizás ni siquiera conocen estas palabras de Jesús, las están poniendo en práctica!

La importancia de la familia y de estructuras familiares

Escuelas alternativas buscan diversas maneras de valorar la vida familiar, y/o de organizarse en la escuela con estructuras que se asemejan a una familia. Practican diversas maneras de involucrar a los padres en la vida de la escuela: Teniendo las puertas abiertas para que los padres puedan visitarlos en cualquier momento que desean. – Invitando a los padres para que ofrezcan talleres acerca de áreas de su conocimiento, para los niños interesados de la escuela. – Hacendo frecuentes reuniones de padres donde los padres tienen la libertad de expresar sus opiniones y de hacer cualquier pregunta.
En una de las escuelas hay clases solamente cuatro días a la semana. En el quinto día laborable, los niños están con sus padres o pasan un tiempo de tutoría personal con uno de los educadores de la escuela. En ese día, los educadores dedican también tiempo a visitar a aquellos padres que lo desean, para aconsejarlos acerca de la educación de sus hijos.

De estas y otras maneras, muchas escuelas alternativas demuestran que dan importancia a la vida en familia. Así coinciden con el principio bíblico de que la educación es en primer lugar un asunto de la familia.

Muchas escuelas alternativas tratan de proveer la atención personal que cada niño necesita, al tener clases más pequeñas que las escuelas tradicionales. Algunas pedagogías alternativas (por ejemplo la pedagogía Montessori) mezclan conscientemente a niños de diferentes edades, para que cada niño pueda experimentar tanto el rol de hermano mayor como el rol de hermano menor. Con todo eso, sus estructuras se acercan más a la estructura de una familia que de una escuela tradicional.

Educación para la tierra nueva

Otro momento revelador fue cuando una representante de cierta escuela alternativa dijo: «Nuestra meta es educar a los niños para la vida en una tierra nueva. Queremos darles también suficientes herramientas para la vida en esta tierra porque tendrán que relacionarse con la sociedad de esta tierra; pero sabemos que tiene que venir una tierra nueva, y lo más importante es que los niños estén preparados para eso.»

¿No es esto lo que dice también el apóstol Pedro? «Pero esperamos cielos nuevos y una tierra nueva según su promesa, donde habita justicia. Por eso, amados, esperando esto, sean diligentes para ser encontrados por él sin mancha e impecables, en paz.» (2 Pedro 3:13-14). Un verdadero cristiano nacido de nuevo sabe que esta tierra no es su hogar; que vendrá una tierra nueva que requiere una manera diferente de vivir, y que su tarea más importante es entrenarse en esta nueva manera de vivir. Y si toma la palabra de Dios en serio, entonces dará más importancia a educar a sus hijos para esa vida nueva, en vez de educarlos según las costumbres de esta tierra.

Ahora, la educadora que dijo eso no se identifica como cristiana, y su concepto de la tierra nueva probablemente difiere del bíblico en varios puntos. Y sin embargo, ella está consciente de que algo está fundamentalmente mal en esta tierra presente y en la sociedad actual; y está anhelando algo diferente y está preparando a los niños para eso. Mientras que muchas personas que se llaman «cristianos» y que han leído en la Biblia acerca del cielo nuevo y la tierra nueva, no lo están tomando en serio y nunca lo relacionan con la educación de sus hijos. Muchos «cristianos» que conocí, nunca podrían identificarse con estas palabras del gran predicador Juan Wesley del siglo 18: «¿Para qué fin envías a tus hijos a la escuela? – ‘Qué, para que sean preparados para vivir en el mundo.’ – ¿De qué mundo hablas, de este o del por venir? Quizás pensaste solo en este mundo, y te olvidaste de que hay un mundo por venir; sí, ¡y uno que durará eternamente!»

Conclusión

Las verdades del Dios Creador son universales y eternas. Por eso pueden ser descubiertas por cada persona que le busca – aun por aquellos que ni siquiera están conscientes de que están buscando a Dios. Al pensar acerca de ello, recordé que está escrito:
«Porque no los que oyen la ley [de Dios] son justos ante Dios, sino los que hacen [lo que dice] la ley serán justificados. Porque cuando gente de las naciones que no tienen la ley, por naturaleza hacen lo que dice la ley, estos, aunque no tienen la ley, son ley para ellos mismos; los que demuestran que la obra de la ley está escrita en sus corazones, y junto con ella testifica su conciencia …» (Romanos 2:13-15)
Por eso, las pedagogías alternativas nos presentan muchos ejemplos a seguir, incluso ejemplos «cristianos», aunque provienen de personas que no se identifican como cristianos.

Por el otro lado, me entristece ver que tales ejemplos están prácticamente ausentes entre aquellos que se llaman cristianos, y entre aquellas escuelas que se llaman escuelas cristianas. Estas, hasta donde pude ver, se orientan según el sistema tradicional, según los usos de «este mundo» (que enfatiza los conocimientos y la «competitividad» más que la formación de la persona y el amor); y no según la cultura del «mundo por venir». Yo desearía que los educadores que se llaman cristianos, puedan descubrir cuál fue realmente la idea de Dios acerca de la educación. Y que los educadores alternativos que ya ponen en práctica tales principios, puedan descubrir al Dios Creador detrás de estos principios – no el Dios de las iglesias e instituciones religiosas, sino el Dios vivo que cambia vidas. Pero temo que los mismos que se llaman cristianos, hayan sido obstáculos en este camino, impidiendo que los que le buscan encuentren a Dios. Esto será otro tema profundo y difícil; espero poder abordarlo en otro artículo.

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Los españoles nos muestran cómo defender a la familia

España está en huelga. No la España oficial, por supuesto. Tampoco estoy hablando de los sindicatos; ésos no defienden la verdadera educación. Me refiero mas bien a los padres españoles, que decidieron entrar en huelga para defender los intereses de sus hijos y su vida familiar. ¿De qué se trata?

«Miles de padres en España anunciaron el viernes un boicot a las tareas escolares durante los fines de semana de noviembre porque consideran que les quitan tiempo en familia.
La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), que agrupa a 12.000 asociaciones de padres, dice que la campaña «No a los deberes» es para que los padres pasen más tiempo con sus hijos. También alega que el sistema de tareas es obsoleto y no mejora el aprendizaje.
Los niños y adolescentes de España reciben seis horas y media de tareas a la semana, casi una hora y media más que el promedio semanal de unos 40 países analizados, de acuerdo con estudio PISA 2012 de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económicos (OCDE).»
(Agencia de noticias AP, 4 de noviembre del 2016)

O sea, los padres españoles defienden uno de los derechos más fundamentales que cada sociedad debería respetar: el derecho de los padres e hijos de pasar tiempo juntos. Un derecho que, según parece, a las familias latinoamericanas les importa poco o nada. Y los niños son quienes sufren las consecuencias.

En nuestro trabajo de refuerzo escolar nos hemos encontrado con incontables niños que nos dicen: «Mis papás no tienen tiempo para mí.» – «Cuando llego de la escuela, no hay nadie en casa.» – «En mi casa siempre tengo que comer solo; nunca comemos juntos.» – «Vengo acá porque no tengo ningún otro lugar donde jugar.» – Hubo niños que venían a nuestra casa por varias semanas sin que a sus padres les hubiera interesado siquiera saber dónde estaban sus hijos en ese tiempo.
Hemos intentado sensibilizar a los padres por las necesidades de sus hijos, pero sin resultado. Sugerimos a los padres (a los pocos que siquiera respondían a nuestras invitaciones), que tomasen más tiempo para jugar con sus hijos, para comer juntos, o por lo menos hablar con sus hijos acerca de algo que les interesa a ellos. Casi siempre fue su respuesta: «¿Para qué? Mis hijos tienen que estudiar.»

¿Qué sucederá con esos niños que todo el tiempo «tienen que estudiar», pero que nunca experimentan el amor y el cariño de unos padres que se interesan genuinamente por su bienestar emocional? ¿que nunca experimentan una relación personal de confianza con sus padres? – Numerosas investigaciones han demostrado que la ausencia de una relación personal significativa con los padres produce trastornos emocionales y mentales, y una alta incidencia de delincuencia juvenil. Además, que el factor más importante para el rendimiento académico es la calidad de las relaciones personales en el hogar. Si los padres no toman tiempo para edificar una buena relación con sus hijos, bajo el pretexto de que «ellos tienen que estudiar», entonces destruyen aun la meta que supuestamente quieren alcanzar: impiden que sus hijos progresen intelectualmente.

¿Y qué de las tareas escolares? – Los niños españoles tienen, en promedio, seis horas y media de tareas por semana. El promedio de los países analizados por PISA, según el artículo citado, es de cinco horas por semana. (Esos son en su mayoría países desarrollados, «avanzados», cuyo sistema escolar tiene buena reputación.) En países como Finlandia o Suiza, existen leyes que prohíben a los profesores dar tareas durante los fines de semana y durante las vacaciones. O sea, los padres españoles luchan por algo que en otros países avanzados ya está garantizado: los fines de semana libres de tareas escolares.

Pero según nuestras observaciones, los niños peruanos pasan de veinte a treinta horas semanales haciendo tareas escolares en casa – y eso desde la primaria. No tienen ni fines de semana libres, ni vacaciones, porque «tienen que estudiar». Conocí a niños de nueve años que a menudo se quedan despiertos hasta medianoche haciendo tareas. Son tratados como esclavos; aun las profesoras los pegan si no han completado sus tareas, según los testimonios de muchos niños. Y a menudo son los mismos padres que lo quieren así: Si un profesor da una cantidad razonable de tareas, ya vienen unos padres a quejarse: «Usted está dando muy pocas tareas a mi hijo.»

Se suma a eso, que la mayor parte de esas tareas no tienen ningún valor pedagógico: Hacer malabares con palabras desconocidas que aun los adultos nunca usan. Memorizar definiciones abstractas sin comprenderlas. Resolver ejercicios matemáticos que están tan por encima del nivel de comprensión del niño, que no le queda otra salida que copiar las respuestas de alguien mayor que sabe. Las tareas no ayudan a los niños a aprender; al contrario, los confunden.

Como si eso fuera poco, padres y escuelas ocupan aun el escaso tiempo libre de los niños con «academias» y cursos adicionales. ¿Para qué, si eso es solamente más de lo mismo que ya están haciendo todo el tiempo? – «Para que estén ocupados», respondió una madre a esta pregunta. – Eso parece ser el objetivo de muchos padres y profesores: No les importa si estas muchas actividades y tareas realmente contribuyen a algún aprendizaje; con tal que los alumnos estén ocupados.

¿Qué tal si los padres se «ocuparían» ellos mismos por algunas horas juntos con sus hijos, haciendo alguna actividad deportiva o manual, yendo de paseo juntos, participando en alguna actividad que corresponde a los intereses de los hijos, o simplemente tomando la ocasión de conocerlos como personas humanas y relacionarse con ellos como tales?
– No todo lo que viene de España es bueno. Pero en este caso opino que los padres peruanos podrían aprender un poco de sensatez de los padres españoles.

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Desescolarizar nuestra propia mente

Después de unos años de educar a nuestros hijos en casa, empecé a darme cuenta de que existían todavía unos bloqueos en algunas partes de mi mente, que me dificultaban ser para mis hijos el padre que yo deseaba ser. Entonces entendí que no era suficiente cambiar mis métodos de educación: yo necesitaba también ser liberado de ciertos rasgos de personalidad y mentalidad que eran consecuencias de mi propia escolarización. Con eso comenzó un proceso que todavía no está completamente concluido. Pero mirando atrás puedo decir: Educar a mis hijos en casa fue bueno no solamente para ellos; fue bueno también para mi propio desarrollo personal.

A continuación voy a compartir unas partes de un artículo que escribí para mis amigos personales cuando yo me encontraba todavía bastante al inicio de este proceso.

Quizás no vas a poder identificarte con lo que escribo. Cuestionar la institución de la escuela es tabú en nuestra sociedad. Los trastornos causados por la escuela son difíciles de diagnosticar, porque todo el mundo fue expuesto al mismo sistema, ha sufrido los mismos trastornos, y por tanto los considera normales. Quizás es necesario tener hijos que crecieron sin escuela, para que uno pueda darse cuenta de que el sistema escolar actual no es normal.

Por nuestro trabajo de refuerzo escolar para los niños del vecindario tuve más oportunidades de observar a los niños y de hacer comparaciones con nuestros hijos. Así entendí mejor lo que hace la escuela en la vida de un niño.

Cuando hago una pregunta a mis hijos, ellos me dicen lo que piensan o lo que saben; y si no saben responder, dicen: «No sé.»
Pero cuando hago una pregunta a los niños escolares, me responden con lo que piensan que yo quiero escuchar. Cuando no saben la respuesta correcta (o sea, la respuesta de la que piensan que yo quiero escucharla – tengamos presente que no todas las preguntas tienen una respuesta «correcta»), entonces intentan adivinarla. Por ejemplo dicen al azar una de las posibles respuestas, y después intentan leer en mi cara si la respuesta fue correcta. O repiten lo que dijo el primero de ellos, o lo que dijo el niño que siempre saca las mejores notas.

Cuando mis hijos hacen un dibujo, ellos inventan alguna situación original y la dibujan.
Cuando los niños escolares hacen un dibujo, ellos buscan algún dibujo ya hecho que pueden copiar. Después borran sus intentos cinco veces y comienzan de nuevo, porque algún detalle no está «bien» y porque algún otro niño podría reírse de su dibujo.
También en otras áreas observo que los niños escolares no muestran casi ninguna originalidad o creatividad. Casi siempre copian lo que alguna otra persona hace.

A mis hijos les gusta leer, y todo el tiempo buscan nuevos libros que pueden leer. A veces les gusta también resolver unos rompecabezas matemáticos.
Pero ¡nunca he visto a alguno de los niños escolares que nos visitan, leer un libro por iniciativa propia! – Durante nuestro último programa vacacional habíamos destinado la primera media hora de cada mañana a la lectura silenciosa. Los niños pudieron escoger de nuestra biblioteca cualquier libro que les interesaba, o traer uno de su casa. Todos cogían siempre aquellos libritos que tenían los dibujos más grandes y la menor cantidad de texto. Algunos empezaron a llegar media hora tarde para no estar en el tiempo de lectura.

Todas estas observaciones corroboraban lo que yo ya sabía en la teoría: que la escuela no es ningún lugar idóneo para aprender. Antes que todo, los niños aprenden en la escuela a aparentar algo que no son; y a tener miedo a la opinión del grupo y del profesor. O sea, aprenden el temor al hombre en vez del temor a Dios. (Vea Proverbios 15:33, 29:25.) En el camino se pierde la creatividad, la iniciativa, y el razonamiento independiente.

Pero entonces tuve que observarme también a mí mismo. A veces me pregunto si tal vez Dios había enviado a estos niños a nuestra casa, no solamente para que nosotros les ayudásemos, sino también para cambiarme a mí mismo.

Por ejemplo, ¿fue realmente una buena idea introducir esa «media hora de lectura»? Aunque los niños eran libres para escoger lo que querían leer, no les habíamos dejado la libertad de decidir si querían leer en absoluto o no. Con eso, parece que no habíamos cambiado mucho su actitud hacia la lectura. ¿No deberíamos en su lugar investigar las razones más profundas, por qué ellos perciben la lectura como un trajín, en vez de alegrarse de ella? ¿Y no estaba yo mismo todavía cautivo en la rutina de que «todos tienen que hacer lo mismo al mismo tiempo», en vez de ayudarles a descubrir su propio nivel y sus propios intereses? (Eso no es tan fácil. Tuve que descubrir, muy desilusionado, que varios niños no parecían estar interesados en nada.)

¿Y soy quizás aun para mis propios hijos todavía demasiado de un «profesor», y no lo suficiente de un padre? ¿Por qué, aun después de seis años de educar en casa, me parece todavía mucho más fácil dar una «lección» formal, en vez de poner en práctica los aspectos informales de nuestro método educativo?

Y así llegué a la conclusión:
Yo también soy una persona dañada por la escuela.
Yo también me he acostumbrado a «controlar» a los niños y a mí mismo, en vez de animarlos y de hacer descubrimientos y de permitir que ellos hagan sus descubrimientos.
Yo también he crecido con la idea de que aprender y enseñar sean actividades por sí mismas; actividades que se puedan ejercer en un vacío, sin conexión alguna con otras actividades sensatas o productivas, solamente con el objetivo de llenar la mente con determinados «contenidos».
Cuando pienso en hacer algo nuevo, creativo, ináudito, enseguida el «profesor interior» lanza una advertencia: «¡Tú no puedes hacer eso! ¡Tú no has aprendido eso (de manera formal)! ¿Y qué dirá la gente?»
Yo también necesito ser liberado de estas actitudes; y probablemente de otras más, de las que todavía no estoy consciente.

Lo que esto podría significar, lo encontré descrito en un blog de la siguiente manera:

«La desescolarización es una de las experiencias más intensas que uno puede hacer.
Es como una desintoxicación después de haber sido adicto a una droga.
La droga «escuela» actúa al nivel psicológico. Y es una droga aceptada y hasta alabada por la sociedad.
Entonces, no puedes conseguir ningún apoyo de la sociedad para tu propia desintoxicación. Tienes que hacerlo en contra del mundo entero. Y el mundo te dice: ‘La escuela no es ninguna droga. La escuela es buena para ti. Tómala, y serás uno de nosotros.’
(…) Y es más difícil cuánto mayor eres. Si ya has estudiado una carrera y recién te das cuenta de que no eres lo que quisieras ser. Eres un producto de las alabanzas y reprensiones, de los incentivos y castigos de la sociedad. Eres lo que los profesores dijeron que eras, y lo que sus calificaciones expresaban. Eres lo que los profesores buenos te enseñaron, y odias lo que los profesores malos intentaban enseñarte.
En breve, eres todo menos tú mismo…»

Todavía no puedo imaginar lo que tengo por delante. Solamente le pido a Dios que me libere de todo lo aprendido y acostumbrado que impide Sus propósitos en mi vida. Le pido que me cambie de tal manera que los niños (y otras personas) puedan ver en mí Su vida, y no solamente unos moldes escolares. ¿Puedes acompañarme?

Ya pasaron varios años desde que escribí eso. Algunas cosas han cambiado. Pero todavía estoy en el camino…

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¿Cuántas horas académicas necesita un niño?

Este año tuve la experiencia grata de que mi hijo de 16 años pudo empezar a estudiar la carrera universitaria que él mismo había elegido. Aprobó el examen de admisión en el primer intento, en una universidad que tiene la reputación de ser una de las más exigentes en cuanto a su examen de admisión.

Ahora, las personas que no conocen nuestros métodos educativos, asumen que seguramente él tuvo que «chancar» día y noche, quizás durante años, para lograr este éxito. ¡Al contrario! A base de las investigaciones existentes acerca del desarrollo del niño, sabemos que su éxito se debe precisamente al hecho de que hemos limitado sus horas académicas, sobre todo durante sus años de primaria.
(Para entender las bases científicas y metodológicas de esta afirmación, lea el resumen de «Mejor tarde que temprano», y «La Fórmula Moore», por Raymond y Dorothy Moore.)

Durante toda la niñez de nuestros hijos, o sea hasta la edad de 13 años, no recuerdo que alguna vez hayamos tenido más que una sola «hora académica» por día con ellos. Lo llamábamos «el tiempo de hacer tareas con papá (o mamá)». (Para los lectores no familiarizados con nuestros métodos: Nuestros hijos recibieron toda su educación primaria en casa, y también la mayor parte de su educación secundaria.)
En estos tiempos solíamos introducir algún tema nuevo de la matemática, del lenguaje, de la Biblia, de las ciencias, u otro; o resolvíamos unos ejercicios que nuestros hijos no podían hacer sin nuestra ayuda. Todo el resto del tiempo estaba dedicado a trabajos y proyectos prácticos, la exploración libre, o juegos, tomando muy en cuenta los intereses propios de los niños.

  • Muchos juegos tienen un gran valor educativo. (Vea p.ej. «La matemática de los juegos y los juegos de matemática», y los artículos siguientes.)
  • La «exploración libre» incluía tanto expediciones al campo y experimentos científicos, como mucha lectura independiente por parte de los niños. A ellos les gustaba mucho leer, así que constantemente buscaban nuevos libros sobre temas que les interesaban. Y esta motivación por la lectura se debe a que nunca presionamos a nuestros hijos a leer. Los niños escolares están desmotivados porque fueron obligados a leer, mucho antes de que su cerebro alcanzó la madurez necesaria para ello, y con métodos que se parecen más a un entrenamiento de loros o a un arrear de esclavos. ¡No extraña que ellos no puedan encontrar nada placentero en la experiencia de leer! (Vea también «¿Cómo aprenden a leer?»)
  • Los proyectos prácticos son mucho más adecuados a las necesidades de un niño que el estudio con libros y cuadernos; porque los niños son esencialmente aprendedores concretos. Ellos necesitan ver, tocar, manipular, probar, armar y desarmar, para aprender.

En la adolescencia comienza a desarrollarse el razonamiento abstracto, y la capacidad de analizar sistemáticamente las reglas de la gramática, las leyes científicas, etc. Para tener éxito en este análisis sistemático, el adolescente necesita poder referirse constantemente a un gran tesoro de experiencias prácticas que acumuló anteriormente, en su niñez.

Por eso, lo que el niño en edad de primaria más necesita, es la exploración libre y los trabajos prácticos. Si un niño tuvo muchas oportunidades de divertirse con agua y arena, de hacer experimentos con pelotas y palancas, o de armar y desarmar sus propias máquinas, entonces no le será difícil entender las leyes de la física cuando sea adolescente. Si encontró placer en leer libros por su cuenta, y tuvo un contacto natural con diversas formas del lenguaje, entonces no dificultará con las reglas de la gramática cuando sea adolescente. Pero no le aprovecha si le obligamos a memorizar los resultados de tales sistematizaciones antes del tiempo.

Es una observación psicológica que un niño o adolescente no puede «saltar» ninguna etapa en su desarrollo. Y si lo intenta (o si es obligado a hacerlo), más tarde sentirá la necesidad de «recuperar» la etapa perdida. Permitamos a los niños ser niños; y entonces actuarán también en la adolescencia y en la edad adulta de acuerdo a su edad. Pero si obligamos a los niños a ser pequeños adultos (estudiando conceptos demasiado abstractos), de adultos sentirán una necesidad irresistible de comportarse de manera infantil. ¿No podemos observarlo ya en la actual generación de jóvenes adultos?

Ante este trasfondo es realmente deprimente ver lo que hace el sistema escolar. Si el rendimiento de los alumnos es «bajo», los profesores y funcionarios escolares siempre tienen la misma respuesta: ¡Más horas académicas! (Vea también: «Más cárcel para los niños».)

horasAcademicas

Desde la experiencia de muchos años, ofreciendo ayuda y refuerzo para niños escolares, sé que en realidad este «remedio» es la enfermedad. Muchos niños sufren de problemas de aprendizaje porque tienen demasiadas horas académicas. Están estresados, nerviosos y agotados por la sobrecarga escolar. Como demuestran las evaluaciones de los alumnos de secundaria (como el conocido estudio PISA), este sistema no tiene ningún provecho académico. Miles de profesores y millones de alumnos desperdician su valioso tiempo (y el dinero de nuestros impuestos) en miles de horas académicas mal concebidas y superfluas, que no producen ningún verdadero aprendizaje. ¿Será que alguna vez algún planificador escolar se ponga a reflexionar sobre los efectos negativos que este sistema tiene sobre la economía?

Pero yo prefiero considerar el asunto desde el punto de vista del bienestar del niño. Es una forma de maltrato infantil, someter a un niño a esta sobrecarga de horas de clase improductivos, y todavía a tantas horas más de tareas en casa. En vez de maltratarlos con aun más clases y tareas, deberíamos darles un descanso y permitirles aprender de acuerdo a sus necesidades. La experiencia de nuestros hijos ha demostrado que un niño puede rendir más, con mucho menos esfuerzo y menos estrés, si tan solamente le permitimos ser niño, le ofrecemos actividades prácticas, y no lo sobrecargamos ni con horas académicas ni con contenidos demasiado abstractos. Un niño necesita mucho menos horas académicas de lo que usted piensa.

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¿Se puede remplazar a cada profesor por una computadora y una abuela?

Sugata Mitra es un ingeniero de software y profesor en la India. En algunos de los barrios más pobres y en pueblos alejados, él llevó a cabo un experimento educativo muy interesante. El quiso descubrir cuánto pueden aprender los niños por sí mismos, solamente teniendo acceso a una computadora con contenidos preparados. Dicho de manera simplificada, su experimento demostró que la combinación de una computadora y una abuela produce logros educativos mayores que la enseñanza por un profesor.

Sugata Mitra, «Build a School in the Cloud» (en inglés, con subtítulos en español.)

El experimento de Mitra deshace de manera eficaz el gran mito que muchos profesores asumen como base de su profesión: el mito de que el aprendizaje sea el producto de la enseñanza de un profesor. Ahora queda demostrado que una computadora y una abuela pueden producir un aprendizaje mucho mayor.

De hecho, los educadores alternativos ya saben esto desde hace mucho tiempo. Los niños son aprendedores por naturaleza, y el motor más fuerte del aprendizaje es su propia curiosidad innata. Si tienen a su disposición suficientes materiales interesantes para investigar y manipular, y la libertad de seguir los temas que a ellos mismos les interesan, entonces ellos crean la mayor parte del aprendizaje por sí mismos. Esta ha sido la experiencia de María Montessori, de John Holt, de Raymond Moore, de Rebeca Wild, y de muchos otros pioneros de modelos educativos alternativos – aun antes de que existieran las computadoras personales y la internet.

Ahora, me gusta mucho la manera como Mitra completa el cuadro con la abuela que anima a los niños a seguir adelante, y que se interesa genuinamente por las actividades de ellos – pidiendo explicaciones de parte de los niños, en vez de querer explicar a ellos «como se hace». A diferencia de un profesor, la abuela ni siquiera necesita saber cómo usar una computadora. Lo esencial para el éxito educativo es su interés personal, sus palabras de ánimo y sus preguntas

En un punto estoy en desacuerdo con Mitra: Pienso que la abuela tiene que estar realmente allí mismo con los niños. Cuando se la sustituye por una «abuela virtual» que vive a miles de kilómetros de distancia, existe el peligro de que la tecnología desplace las relaciones humanas cercanas, especialmente entre niños y adultos, que son tan importantes para el desarrollo sano de un niño. – Por supuesto que no tiene que ser necesariamente una abuela. Aun mejor es cuando los mismos padres asumen este rol, como sucede en los modelos exitosos de educación en casa.

Me imagino que este será un tema difícil de digerir para muchos profesores, porque inmediatamente se levantarán dos fantasmas horribles: el de perder el control, y el de perder el trabajo.

Respecto al perder el control: Durante mis años como padre y educador hice una experiencia muy liberadora. No necesito mantener el control sobre el aprendizaje de mis hijos y alumnos. Para que el aprendizaje suceda, no hay necesidad de cumplir con programas y planes de enseñanza prescritos, ni es necesario que todos los niños tengan que estar al mismo tiempo en el mismo lugar, haciendo lo mismo. Al contrario, los niños pueden lograr avances espectaculares en su aprendizaje cuando se les permite que ellos mismos decidan dónde, cuándo, qué, y de qué manera quieren aprender. Esta es exactamente la gran oportunidad que nos brinda la gran cantidad de información que ahora está disponible en la internet: que ahora existe la posibilidad de un aprendizaje independiente y muy personalizado.

No quiero decir con eso que permitamos a los niños el mal comportamiento, la violencia, la deshonestidad, etc. (De hecho, esa clase de comportamiento es incentivado indirectamente por el sistema escolar.) Respecto a lo que es bueno o malo, los niños necesitan una orientación clara y aun más, nuestro ejemplo. Pero en cuanto a los temas, el nivel y la forma de su aprendizaje podemos darles mucha libertad a los niños, y veremos el éxito.

Y respecto al perder el trabajo: Es bien probable que en consecuencia de una tal revolución educativa, haya mucho menos necesidad de profesores en el futuro. Como ha demostrado Sugata Mitra, en muchos casos se puede efectivamente sustituir a un profesor por una computadora y una abuela. Y los profesores que desean ser parte de esta revolución educativa, tendrán que reinventar su trabajo de manera radical. Es que los conocimientos ya no dependen del profesor; son ahora accesibles libremente para cualquiera que tiene acceso a internet. Los profesores ya no serán los «transmisores del conocimiento», ni serán pequeños reyes que dirigen y controlan su clase. En cambio, su trabajo consistirá en:

– Facilitar a los niños un aprendizaje en libertad, eliminando los planes de lecciones, las tareas obligatorias, y aun la asistencia obligatoria a una escuela. En su lugar, los profesores tendrán que asumir el papel de la abuela que anima a seguir adelante.

– Asesorar a los niños en sus propios proyectos de aprendizaje, y ayudarles a encontrar la información y los materiales que necesitan para ello. Conociendo los intereses y talentos de un niño, y su estilo particular de aprendizaje, un educador entendido puede ayudarle a encontrar los materiales y los métodos de estudio que se adaptan mejor a sus necesidades personales.

– Responder preguntas, ayudar en problemas, y sugerir nuevas ideas, según la demanda de los niños. Esto requerirá una gran flexibilidad, y una buena comprensión de la manera de ser de un niño.

– Crear contenidos informativos que facilitan el aprendizaje; o ayudar a los especialistas en las diversas áreas de conocimiento a crear tales contenidos. Estos contenidos y materiales estarán entonces a disposición de los niños, a manera de ofertas entre las que pueden escoger, no a manera de asignaturas obligatorias. Esto permitirá también evaluar en la práctica si los materiales son adecuados para las necesidades de los niños: Al tener libertad de elección, los niños elegirán con más frecuencia aquellos materiales que son apropiados para sus necesidades, y un mayor porcentaje alcanzará los objetivos de dichos materiales.

Todo esto requerirá una gran capacidad de innovación, originalidad y creatividad. Temo que para eso, la mayoría de los profesores son los menos preparados, porque la formación actual de profesores pone el mayor énfasis en la conformidad con el sistema tradicional, y en el cumplimiento estricto de reglamentos burocráticos. Cuando la educación se mueva en la dirección indicada por Sugata Mitra, el reto principal a los profesores consistirá en superar las limitaciones que su propia formación profesional les impuso.

Siempre hay cierto porcentaje de profesores que hacen su trabajo solamente para ganarse la vida, sin tener una verdadera vocación para ello. Pienso que ellos brindarían un gran servicio a la sociedad si se retiraran voluntariamente de sus puestos y dieran lugar a los que son educadores de verdad. Esto puede sonar duro; pero esta clase de profesores raras veces son felices en su trabajo, entonces se harían incluso un servicio a sí mismos si cambiaran de profesión. (Y entonces, incluso harían algo más productivo.)

Por el otro lado, un profesor que ejerce su trabajo por verdadera vocación, será capaz de realizar estos cambios, mayormente porque tiene un amor genuino a los niños, y por tanto estará dispuesto a explorar caminos nuevos, por el bien de ellos.

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Aprender a educar en casa es como aprender a patinar

Aprenda a relajarse

(…) Para los padres principiantes, la educación en casa es como aprender a patinar sobre hielo, después de que usted estuvo acostumbrado a solamente caminar durante quince, veinte o treinta años. Usted intenta «caminar» sobre el hielo, en vez de deslizarse. La mayoría de los padres educadores necesitan desaprender más de lo que necesitan aprender. Esto se aplica particularmente a los que son profesores de profesión, puesto que fueron entrenados a enseñar según el modelo de producción masiva. Nosotros conocemos eso – ¡nosotros los entrenábamos! Ellos saben poco acerca del mentoreo informal; y muchos tienen miedo ante la responsabilidad de educar a sus propios hijos donde no hay otros profesores alrededor con quienes podrían compartir la culpa si algo resulta mal.

Desafortunadamente, muchos empresarios oportunistas vendedores de currículos para el estudio en casa saben aun menos. Ellos causan daño con sus «paquetes» convencionales, creados según el modelo del aula escolar, que imponen técnicas del aula sobre un programa de mentoreo. Eso es como insistir en que los fabricantes del Rolls Royce usen tecnología Yugo (carros de calidad muy inferior que fueron construidos en la antigua Yugoslavia). Estos programas exigen varias horas diarias de rutina aburrida, con pocas oportunidades para exploraciones propias y para realizar ideas creativas. De esta manera, los padres y los hijos se agotan pronto. (…)

No se preocupe tanto por el nivel educativo que usted mismo tiene. Preocúpese más por su actitud hacia sus hijos. Casi todos los padres educadores exitosos dejaron atrás el trajín formal y lograron deslizarse de manera informal. Esto no significa que hayan desechado toda estructura y toda prudencia; pero que dejaron de ser pedagogos rígidos, y se convirtieron en proveedores de recursos que animan a sus hijos. Si usted tiene una educación básica decente y un corazón atento y lleno de amor, ¡usted puede ser un buen padre educador!

La mayoría de los padres educadores comienzan más o menos de la misma manera. Al inicio, usted se siente cómodo solamente en los caminos viejos, las maneras como usted mismo fue enseñado. Excepto si usted es una persona completamente inconvencional, le parecerá difícil imaginarse alguna otra manera. Usted sabe como caminar, pero no entiende como deslizarse, hasta que usted vea a alguna otra persona hacerlo, o hasta que alguien le explique como lo hizo. Mientras usted no logre soltarse de las garras de la costumbre, de la tradición y de las convenciones, usted reproducirá solamente una escuela institucional en su hogar. (…)

Un caso concreto

Esta es la historia real de Cristina, una ama de casa de Colorado que fue una de nuestras madres educadoras. Su hija Yésica tenía siete años y su hijo Jordan cinco. Después de tres años de escuela convencional, Yésica estaba bien académicamente, pero no emocionalmente. Cristina la sacó de la escuela y comenzó con «escuela en casa». Ella esperaba una «continuidad del aprendizaje», pero descubrió que esa no es la manera como sucede. Ella describe la media vuelta que Yésica dio en el transcurso de dos meses, y sus efectos sobre el hermanito pequeño y la familia:

«Descubrí que tengo que adaptar mis expectativas cada semana, ¡por lo menos! Yésica se opone fuertemente contra cualquier trabajo que uno le ‘asigna’. Sin embargo, trabaja por horas en proyectos que ella misma diseña. Cuando vi eso, me di cuenta de que tenía dos opciones: O me pongo dura y le permito jugar solamente después de completar su ‘trabajo escolar’, o simplemente le sigo la corriente. Puesto que la comunicación con Yésica había sido penosamente deficiente, la semana pasada decidí no imponerle nada en absoluto: No le di tareas, ni siquiera sugerencias, acerca de trabajos escolares. No le enseñé nada, y no le exigí nada. ¡Los resultados fueron asombrosos!

Durante esa semana, ella diseñó y construyó un bonito puesto de venta para dulces y lo llamó ‘El equipo del piloto’. Su padre le ayudó con la construcción, pero ella misma lo lijó y lo pintó. Lo tenía abierto por tres días, vendiendo galletas a los niños que salían de la escuela, e hizo una ganancia de ocho dólares. Fue una alegría verlo – ella había adaptado una idea de otra familia educadora que conocemos, y la llevó a cabo con energía y felicidad. El proyecto incorporó mucho de matemática, arte, carpintería, repostería, consideraciones de salud, mercadeo y ventas, planificación y organización – la lista sigue y sigue.

Además, en sus momentos libres ella escogió varias lecciones que estudió por su propia cuenta, mejoró su relación con su hermanito en un 100%, descubrió a media docena de nuevos amigos, y demuestra una confianza en sí misma como no la hemos visto en ella desde hace más de un año. En el momento en que escribo esto, ella está jugando a la escuela con Jordan y ya limpió su habitación antes de bajar. ¡El comportamiento de su hermanito está ahora mejorando también!

(…) Ahora que estoy empezando a superar mi ansiedad por el rendimiento, puedo ver al escribir esto cuánto progresó ella dentro de muy poco tiempo. Estoy muy agradecida por esta oportunidad de comenzar de nuevo con mis hijos.»

Traducido de: Raymond y Dorothy Moore, «The Sucessful Homeschool Family Handbook», Thomas Nelson Publishers 1994

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Matemática en la vida diaria: Operaciones matemáticas en el quehacer diario

Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.


 

En un artículo anterior hemos examinado unos conceptos matemáticos básicos, y hemos dado unas sugerencias de cómo los niños pueden asimilar estos conceptos de manera natural en su vida cotidiana en el hogar. Veremos ahora como muchas actividades de nuestra vida diaria están relacionadas con la matemática, de manera que podemos usarlas como oportunidades educativas.

Las cosas que vienen en pares

Zapatos, medias y guantes vienen «en pares», así como también algunos otros objetos de la vida diaria. Si tenemos ocho pares de zapatos para lustrar, ¿cuántos zapatos son? – Así podemos introducir los conceptos de «el doble» y «la mitad».

Haciendo compras

Cuando nuestros hijos eran pequeños, un panecillo costaba diez céntimos. Entonces fue fácil para ellos, ir a la tienda con seis monedas de diez céntimos y calcular que con eso podían comprar seis panes. Esta fue una de las primeras operaciones matemáticas que ellos realizaron, aun antes de saber leer o escribir números. Más tarde aprendieron que dos monedas de diez céntimos valen «veinte», tres monedas valen «treinta», etc; y así aprendieron a contar de diez en diez. Durante esa etapa intentamos siempre tener suficientes monedas de diez céntimos a la mano, para no complicar sus cálculos con monedas de otros valores. Después aprendieron que existe una moneda de veinte céntimos que vale igual como dos monedas de diez; y que existe una moneda de cincuenta céntimos que vale igual como cinco monedas de diez; etc; y así aprendieron poco a poco a cambiar monedas y a entender su valor. Por un buen tiempo, su «unidad básica» en estos cálculos seguía siendo el pan: «¿Cuántos panecillos puedo comprar con eso?» O cuando escucharon que un litro de leche cuesta S/.1.20: «¿Cuántos panes son eso?» Así practicaron sumas (una moneda de cincuenta más una moneda de veinte son 5 + 2 = 7 panes) y restas (tengo un sol (10 panes) y compro 8 panes, ¿cuánto recibo de vuelto?). Como «añadidura» aprendieron a hacer las mismas operaciones con decenas, puesto que tuvieron que calcular a base de monedas de diez céntimos. – Unos años más tarde subió el precio del pan, y entonces en una tienda vendieron por ejemplo «ocho panes por un sol», y en otra tienda «siete panes por un sol». Esta ya no era una proporción tan fácil, entonces se presentó el desafío de calcular con estas nuevas proporciones: Si me dan 7 panes por un sol, ¿cuánto recibo por 3 soles? – De los panes que cuestan ocho por un sol, ¿cuánto cuestan veinte panes? – Así nuestros hijos se iniciaron poco a poco en la multiplicación, la división, y el cálculo con proporciones. Ellos nunca dificultaron en el tema de las proporciones (a diferencia de muchos niños escolares), porque tuvieron suficientes experiencias concretas que involucran proporciones.

Cabe notar que nuestros hijos realizaron todas estas operaciones mencionadas sin libros ni cuadernos, solamente calculando mentalmente. Aunque tenían aparte un cuaderno donde a veces les dimos unos ejercicios más sistemáticos, o les hicimos anotar unos principios fundamentales, para ayudarles a entender los conceptos matemáticos de manera ordenada – pero en comparación con los niños escolares, ellos tuvieron mucho menos necesidad de tales ejercicios, porque su entendimiento ya había sido preparado con sus experiencias prácticas. Además, desarrollaron buenas capacidades de cálculo mental – algo que les hace falta a la mayoría de los alumnos del sistema escolar.

Por supuesto que ellos compraron también otras cosas, no solamente panes. Así tuvieron muchas oportunidades de sumar precios de leche, fideos, verduras, lápices, borradores, etc; de comparar precios, calcular cambios, hacer presupuestos, etc. Los problemas prácticos que se presentaron al hacer compras, incluyeron situaciones como esta: En una tienda ofrecen tres huevos por un sol. En otra tienda venden un kilo de huevos a cinco soles. ¿Dónde son más económicos? – Para encontrar la respuesta, tuvieron que descubrir primero cuántos huevos son un kilo, y después encontrar una manera de comparar los precios. Obviamente, este problema también está relacionado con proporciones.

Los cálculos con dinero son también una buena preparación para aprender a convertir medidas y a calcular con decimales. Un precio como S/.16.70 ya es un número decimal. Los cálculos con dinero se pueden realizar o convirtiendo todo a céntimos, o aplicando directamente los principios del cálculo con decimales. La situación es un poco más fácil aquí porque tenemos siempre exactamente dos dígitos decimales; pero la experiencia se puede fácilmente generalizar para todos los números decimales más adelante.

Así, una actividad cotidiana como ir de compras brinda oportunidades ilimitadas para practicar las cuatro operaciones básicas. ¿Cómo aprovechamos estas oportunidades educativas de la mejor manera?
Conversando, explicando, y respondiendo a las preguntas de los niños. Los niños aprenden un montón, simplemente observándonos e imitándonos. Desde pequeños los llevábamos con nosotros al hacer compras, y ellos nos observaron. De vez en cuando les dimos unas explicaciones: «Mira, esta es una moneda de diez céntimos.» – «Con esta moneda se puede comprar un pan.» – «Con esta otra moneda se pueden comprar dos panes.» – Con el tiempo, los niños empiezan a hacer preguntas: «Y esta otra moneda, ¿cuántos panes se pueden comprar con ella?» – «Por qué la señora te devuelve dinero?» – Cada pregunta de un niño es una oportunidad excelente para enseñarle algo.
Haciendo preguntas a los niños. De vez en cuando, nosotros también hicimos preguntas a los niños, «planteando el problema»: «¿Cuánto dinero debe darnos la señora de vuelto?» – «Mira, un kilo de papas cuesta S/.1.30 aquí, ¿cuánto costarán cinco kilos?» – «Mira, estos dos helados cuestan un sol cada uno. ¿Prefieres el helado grande de agua, o el helado pequeño de leche?» (Esta última pregunta ya no es estrictamente matemática. Pero demuestra al niño que a menudo no es suficiente fijarse solamente en los números o en las cantidades, sino también – por ejemplo – en la calidad del producto.)
No resolver para el niño lo que él mismo puede resolver. Por ejemplo, a veces mandamos a uno de los niños a comprar una cantidad determinada de pan, leche, etc. (un producto del cual conoce el precio), y no le dimos dinero, sino esperamos a que él nos pida la cantidad correspondiente de dinero. Si el niño dice solamente «Dame dinero», le preguntamos: «¿Cuánto necesitas?»

Negocios propios

Quedémonos un poco más con el tema del dinero. Oportunidades educativas aun más variadas se dan cuando los niños empiezan a hacer sus propios negocios. Algunos niños preparan galletas, pan, gelatina, y otros productos para venderlos. Otros ofrecen sus servicios atendiendo en una tienda, haciendo trabajos de limpieza en una casa, o ayudando a otros niños con sus tareas escolares. Otros crían animales o cultivan verduras. (No se trata de «mandar a los niños a trabajar». Se trata de que ellos mismos buscan estas oportunidades para ganarse un dinero que pertenece a ellos y que lo pueden usar como ellos mismos desean.)
Este es el momento para enseñarles a llevar una contabilidad sencilla; por lo menos un registro de ingresos y egresos. Esto les ayuda a ser responsables con el dinero, a mantener orden, y a tener un control sobre los resultados de sus negocios – cuánto están ganando, ¡o si tal vez están haciendo pérdidas! Y además hacen experiencias con la matemática. Por ejemplo, los cálculos relacionados con ingresos y egresos, inversiones, ganancias y deudas, ayudan a comprender las leyes que rigen las operaciones con números negativos.

Cuando se elabora un producto para venta, es también aconsejable hacer primero un cálculo de gastos y beneficios. Así se puede decidir cuál será un precio de venta razonable para el producto. Para obtener un cuadro más realista, se pueden incluir en el cálculo las horas de trabajo, y así calcular cuánto será la ganancia por hora de trabajo. Todos estos cálculos requieren bastante pensamiento matemático y ayudan a ver la utilidad de la matemática para la vida real.
Por ejemplo, durante algún tiempo nuestros hijos tuvieron un negocio de fabricar y vender cajitas de cartón para regalos. Entonces calcularon la cantidad de cartón que necesitaban para una determinada cantidad de cajas, y el precio del cartón y de los otros materiales necesitados (goma, cintas, etc.) Después midieron el tiempo que necesitaron para fabricar una cantidad determinada de cajas. A base de estos datos calcularon su ganancia por hora de trabajo, para diferentes precios de venta por caja.

A veces los niños deciden ahorrar dinero para poder comprarse algo que desean mucho (por ejemplo una bicicleta, un instrumento musical, o hasta una computadora). Entonces puede ser útil calcular de antemano cuánto tendrán que trabajar (por ejemplo, cuántas cajas tendrán que vender) hasta alcanzar su meta.

Cocinando según receta

Al probar una receta nueva se aprende un montón – no solamente matemática, también lectura, nutrición, física y química, y otras cosas más. Pero nos limitaremos por ahora al aspecto matemático.
Para preparar una receta correctamente, es necesario medir y pesar correctamente. Una buena balanza y una litrera graduada serán indispensables. Entonces, los niños pronto tendrán bien claro cuánto es un gramo y un kilogramo, un litro y un mililitro. – Las mediciones pueden requerir también conceptos un poco más difíciles. Por ejemplo, tenemos una balanza de cocina que tiene una numeración de 100 a 100 gramos, y cinco marcas en cada intervalo de 100 gramos. Entonces, el primer desafío consistía en descubrir cuánto vale una de esas marcas. Después, al pesar: 300 gramos y tres rayitas más, ¿cuánto es eso? – ¿Cómo hago para pesar 175 gramos?
Otro problema al pesar: Echo azúcar en un recipiente y lo peso. Pero esto me da el peso del azúcar junto con el recipiente. ¿Cómo puedo saber el peso del azúcar sin el recipiente?
– Algunas recetas tienen indicaciones como: «3/4 tazas de harina». Entonces se practican también operaciones con fracciones. – ¿Y si mi taza es más grande o más pequeña que la que usaron para la receta? ¿Cuánto entra en una taza, según esta receta? ¿Y cuánto entra en mi taza? – Esto puede dar lugar a un cálculo un poco complicado (el tema de las proporciones se asoma nuevamente).
– Las proporciones entran también en este problema bastante común: La receta dice «para 4 personas». Pero seremos siete personas para el almuerzo; entonces ¿cuánto de cada ingrediente tenemos que usar?
– Después tenemos que medir también tiempos: «Hornear durante 45 minutos.» Son las 10:37. ¿A qué hora estará lista nuestra torta? Cuidado con equivocarse, ¡la torta se puede quemar! Eso es lo interesante en la matemática en la vida diaria: Si me equivocó, no recibo ninguna marca roja en el cuaderno (la cual haría solamente que me enoje contra el profesor). Pero experimento una consecuencia real: la torta se quema, o la comida tiene un sabor extraño – entonces me esfuerzo para calcular mejor la próxima vez, y entiendo que la matemática es realmente útil.

Balanza justa, medida exacta

Aquí tenemos otro principio bíblico que es muy importante en la matemática: la exactitud en las mediciones. Esto tiene que ver con la justicia que Dios exige de nosotros: «No hagáis injusticia en juicio, en medida de tierra, en peso ni en otra medida. Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis.» (Levítico 19:35-36; vea también Deut.25:13, Prov.11:1, 16:11, 20:10, 20:23.) En toda clase de negocio, siempre instruimos a nuestros hijos a medir y pesar correctamente. (Y en caso de duda, mejor ser generosos que ser tacaños.) – A veces volvemos a pesar en casa las compras del mercado, para comprobar si el peso es correcto.
Hay muchas otras situaciones de la vida diaria que involucran medidas: Trabajos de carpintería, y otros trabajos manuales, requieren mediciones y construcciones geométricas. Antes de pintar las paredes, hay que medir y calcular su área, y calcular cuánta pintura se necesitará. Al cultivar un jardín, puede ser necesario medir y calcular áreas de terreno, longitudes de cercos, alturas de postes, cantidades de semillas. Coser y tejer también requiere diversas mediciones. Al ir de viaje, puede ser necesario consultar mapas, calcular distancias y tiempos de viaje. Al lavar ropa o hacer limpieza en la casa, hay que medir y calcular las cantidades correctas de detergente y agua. Al hacer instalaciones eléctricas hay que medir y calcular la longitud de cable que se necesita. A veces, por pura curiosidad los niños quieren saber cuánto mide la puerta de su cuarto, cuán alto es el árbol frente a la casa, o cuánto pesa la cómoda en su habitación.
Al medir, para algunos niños es una dificultad entender que la medición empieza con «cero», porque al contar están acostumbrados a comenzar con «uno». Entonces colocan la regla o cinta métrica con el número 1 al inicio del objeto a medir. Tenemos que explicarles que al inicio todavía no hay «nada», o sea cero; y recién cuando hemos avanzado un centímetro (por ejemplo), tenemos «uno». Este concepto del «cero» no es tan trivial como parece; por ejemplo los antiguos griegos y romanos todavía no conocían el cero como número. Por eso, el medir requiere un desarrollo mental más avanzado que el contar.

¿Cuánto peso? ¿Cuánto mido?

La mayoría de los niños, en alguna etapa de su vida se interesan por su propio crecimiento. Podemos en intervalos regulares medir y anotar su estatura y su peso. (No hay necesidad de delegar eso a los médicos y enfermeras; lo podemos hacer en casa.) En vez de solamente anotar las mediciones en una tabla, podemos graficarlas. Algunas familias usan el sistema de las «rayas en la pared» para marcar la estatura de sus hijos en determinadas fechas. Un poco más profesional es graficar las mediciones en un gráfico peso-tiempo resp. estatura-tiempo. – Nosotros pintamos en un lugar de la casa una escala métrica en la pared, desde el piso hacia arriba; entonces los niños podían medirse ellos mismos allí.

Leer el reloj

Saber la hora es esencial en muchas situaciones de la vida. Todas estas situaciones nos dan una oportunidad para enseñar a nuestros hijos el significado de una hora, un minuto y un segundo; y para mostrarles cómo se lee el reloj. – Aunque hoy en día prevalecen los relojes digitales, opino que sigue siendo útil saber leer un reloj analógico. El reloj analógico provee una ilustración más gráfica (y por tanto más «concreta») del pasar del tiempo, que el reloj digital. Es un poco más complicado leerlo, pero eso significa un entrenamiento matemático adicional: Una vez que un niño sabe leer los minutos en un reloj analógico, ha aprendido implícitamente también la tabla de multiplicación por 5. Además ha recibido una ilustración de proporciones: La velocidad del minutero es 12 veces la velocidad del horario; y la velocidad del segundero es 60 veces la velocidad del minutero. Cuando el niño tiene una imagen del reloj grabada en su mente, se recuerda más fácilmente de que el día tiene 12 horas (habrá que recordarle que la noche tiene 12 horas adicionales), una hora tiene 60 minutos, y un minuto tiene 60 segundos. Y la experiencia de ver diariamente girar las manecillas del reloj, prepara al niño para poder entender más adelante lo que es un ángulo.
Aparte del saber la hora, algunas otras actividades de la vida diaria implican también el uso de un reloj o de un cronómetro. Por ejemplo contar el pulso de una persona. Es bueno enseñar eso a los niños después de que han comprendido cómo se ve en el reloj cuando ha pasado un minuto, o medio minuto.

La energía que consumimos

A veces enviamos a los niños a pagar las facturas de la electricidad y del agua. Así llegan a tener una idea de lo que cuesta la energía que consumimos. De vez en cuando analizamos estas facturas, y nuestro consumo. Por ejemplo:

¿Cuánto cuesta un metro cúbico de agua? ¿Cuántos metros cúbicos consumimos en un mes? ¿Cuántas bañeras podríamos llenar con esta cantidad de agua?
¿Cuánto de agua consume el «wáter» cada vez que bajamos el agua? ¿al día? ¿al mes?
¿Cuánto ahorramos con coleccionar agua de la lluvia para regar el jardín, en vez de usar agua del caño para eso?

¿Cuánto cuesta un kilovatio-hora (kWh) de electricidad?
¿Por cuánto tiempo estaría prendida la luz eléctrica, la computadora, la refrigeradora, la plancha, … – hasta gastar un kWh?
¿Cuánto cuesta ducharse 10 minutos con la ducha eléctrica? (Tiene una potencia de 5400 W, ¡eso es un montón!)
¿Cuánto ahorramos entonces mensualmente con nuestro improvisado calentador solar (una simple manguera negra de 100 metros de largo sobre el techo de la casa)?
(Se puede ampliar la pregunta, calculando cuánta agua cabe en esta manguera, sabiendo su diámetro interior.)

Trabajos manuales

Muchas cosas que se venden en las tiendas, se pueden también fabricar de manera casera. Por ejemplo las tarjetas de invitación para el cumpleaños de un niño: En vez de comprar tarjetas prefabricadas, ¿por qué no cortar tarjetas de cartulina y poner un dibujo o pegar una figura decorativa cortada de papel? Tales trabajos aumentan la independencia y la autoestima de los niños: «¡Puedo hacerlo yo mismo!» – Y además entrenan destrezas matemáticas. Cortar tarjetas de cartulina requiere diversos cálculos, particularmente divisiones: Si quiero tarjetas de 14 cm de largo, ¿cuántas tarjetas salen de este pliego de cartulina? – Si quiero sacar ocho tarjetas de lo largo de esta cartulina, ¿cuánto tiene que medir cada tarjeta? – Después hay que realizar una construcción geométrica para dividir el pliego en rectángulos. Es una pena que las escuelas no valoren más la práctica de construcciones geométricas; algo tan esencial en trabajos con papel y cartón, en los artes gráficos, en trabajos de carpintería, de arquitectura, de construcción y de ingeniería, y en muchas otras áreas. ¡Hagámoslo en casa!
Se pueden crear adornos decorativos, doblando y cortando papel. Tales trabajos proveen una experiencia concreta y práctica de lo que es la simetría. – También el origami es una muy buena experiencia concreta con formas geométricas. – La fabricación de cajitas de cartón, mencionada arriba, requiere diversas construcciones geométricas en el plano y en el espacio.
Los trabajos de carpintería son también buenos ejercicios en geometría y mediciones – desde arreglar una silla rota hasta fabricar muebles propios. Algo que los niños pueden aprender con bastante facilidad, es cortar madera «triplay» con una sierra caladora (sierrita fina). Así pueden fabricar sus propios rompecabezas y otros juegos, o una casita para muñecas.
Igualmente, al coser y tejer hacemos uso de medidas y números. Según el psicólogo Howard Gardner (descubridor de las «inteligencias múltiples»), el tejer está muy relacionado con la inteligencia matemática. Un trabajo de tejido puede dar lugar a problemas como los siguientes: He tejido 80 puntos y miden 30 cm, pero mi tejido debe medir 48 cm. ¿Cuántos puntos tengo que tejer? – Nuevamente es un problema con proporciones; realmente las proporciones están por todas partes. Si un niño no llega a entenderlas, debe ser porque las aprendió como un ejercicio escolar, en vez de experiencias prácticas en casa. – También esta situación puede presentarse al tejer: Tengo un patrón de tejido que se repite cada 13 puntos, y mi tejido debe medir alrededor de 110 puntos. ¿Cuántos puntos exactamente debo tejer para que todos los patrones me salgan enteros y no sobren puntos? – Aquí entramos al tema de los múltiplos y divisores – un tema recurrente en la matemática de los tejidos. Aquí hay otro de esta clase: Mi tejido tiene un patrón repetitivo de 4 puntos; y más abajo tiene un patrón que se repite cada 6 puntos. ¿Cómo debe ser el número total de puntos para que ambos patrones se repitan completos, sin que uno de ellos salga cortado? (Pauta: Esta situación implica el concepto del «múltiplo común», pero no necesariamente el «mínimo».) – La manera como se combinan los puntos de un tejido para formar un diseño, es la misma como se combinan los puntos (píxeles) de una pantalla de computadora para formar una imagen digital. Por tanto, los patrones de tejidos requieren la misma clase de razonamiento como el diseño de gráficos computarizados.

Planos y mapas

En diversas situaciones puede ser necesario saber orientarse con un mapa en una ciudad o en el campo; o saber interpretar un plano de una casa. En muchas familias, eso no es parte de su vida diaria; pero en mi opinión debería serlo. Ha habido casos de aventureros que se perdieron en el desierto o en la alta montaña; si hubieran tenido un mapa y hubieran sabido usarlo, hubieran encontrado el camino correcto. Otros fueron estafados al comprar un terreno, porque no sabían leer los planos. Un caso menos extremo, pero todavía bastante molestoso: ¿alguna vez perdió usted horas buscando una calle determinada en una ciudad, cuando un mapa podría haberle dado la respuesta rápidamente? – Algunos quizás piensan que desde la invención del GPS ya no es necesario saber orientarse en un mapa. Pero para entender las indicaciones del GPS, ¡igualmente es necesario saber interpretar un mapa!
En algunos lugares existen grupos de «scouts» donde los niños y adolescentes pueden aprender las destrezas correspondientes. Donde no existe esta oportunidad, tenemos que aprenderlo nosotros, juntos con nuestros hijos. Un comienzo puede consistir en estudiar juntos el plano de la propia casa. ¿Podemos ubicar la sala, la cocina, el dormitorio? – Tenemos que considerar que el leer un plano o un mapa implica un cambio de perspectiva: Es necesario imaginarse cómo se verían las cosas vistas desde el aire. Por tanto, tenemos que esperar hasta que los niños tengan la madurez suficiente para llevar a cabo este cambio de perspectiva en su mente. – Se pueden jugar juegos con el plano. Por ejemplo, escondo un objeto determinado (una pelota, una muñeca, …) en algún lugar de la casa y después indico a los niños en el plano dónde se encuentra el objeto. ¿Quién lo encuentra primero?
Después podemos hacer lo mismo con un plano o mapa de las calles del vecindario. Vamos a un lugar determinado, a ver si los niños lo pueden identificar en el plano. O marcamos un lugar específico y preguntamos a los niños: ¿Qué cosa se encuentra en ese lugar? – ¿Quién vive en esta casa? – etc. Si no lo saben, que vayan al lugar (con la ayuda del mapa) a averiguarlo. – En vez de usar un mapa, se puede usar primero una imagen satelital (p.ej. de las Mapas Google) donde es más fácil para los niños, identificar casas u otros lugares que les son conocidos.
La orientación en el campo es más difícil, porque allí no encontramos calles con nombres. En su lugar, tenemos que ubicarnos según el rumbo de los senderos, o con la ayuda de marcas naturales (ríos y canales, cerros, rocas), o según la vegetación que está indicada en un buen mapa (bosques; terrenos cultivados; lugares desiertos). En un nivel más avanzado, se puede aprender la orientación según el relieve del terreno (líneas de altura), o con la ayuda de una brújula.
Los niños pueden también aprender a elaborar sus propios planos y mapas. Un buen punto de partida es nuevamente la propia casa. Que midan su propia habitación y la dibujen a escala. Pueden también medir su cama, mesa, cómoda, y otros muebles que pueden tener, dibujarlos a la misma escala en otro papel o cartón y cortarlos. Después pueden mover estas piezas en el plano y probar distintas ubicaciones de los muebles, para ver si desean ordenarlos de otra manera. – Si tienen perseverancia para hacerlo, pueden medir la casa entera y dibujar un plano, o incluso hacer una maqueta tridimensional. (1:50 es una buena escala para una casa; 1:20 para un plano de una sola habitación que no es muy grande.)
Todas estas actividades proveen muchas aplicaciones de la matemática y geometría.

Las preguntas curiosas de los niños

A veces los niños hacen preguntas relacionadas con números, cantidades y medidas. Por ejemplo, un día mi hijo preguntó: «¿Cuántas hojas de papel son una tonelada?» – Para un padre aburrido es fácil responder «No lo sé», o decir cualquier número al azar. Pero una respuesta mucho mejor es (si los niños ya tienen el nivel correspondiente de comprensión): «A ver, vamos a calcularlo.» En el paquete de papel está indicado: «75 g/m2«. Nos falta averiguar cuántas hojas de papel son un metro cuadrado. Podríamos medir y calcularlo. Pero la cosa se hace mucho más fácil cuando entendemos el sistema de los formatos DIN (A4, A5, etc.): El número indica cuántas veces sucesivas se parte un pliego de 1 m2 por la mitad, hasta obtener el formato indicado. Entonces, una hoja A4 corresponde a 1/24 = 1/16 m2. (De paso, esta es una oportunidad para practicar potencias. Una pequeña agenda de bolsillo tiene el formato A7, ¿qué fracción de un metro cuadrado es eso?) – Sabemos entonces que 16 hojas de este papel pesan 75 gramos. Así podemos calcular fácilmente cuántas hojas son una tonelada. (¡¡Proporciones otra vez!!) – Un método alternativo consistiría en comprar un millar de papel, pesarlo, y establecer la proporción a partir de este dato.

Unos años más tarde, uno de mis hijos había leído acerca de la historia de las computadoras, y se enteró de que antes de inventar los medios de almacenamiento magnético (disquetes, discos duros), los datos se almacenaban en tiras de papel perforado. Entonces dijo: «Seguramente esas tiras de papel ocupaban mucho espacio. Si las computadoras actuales funcionaran así, ¿cuánto mediría una tira de papel lo suficientemente larga para almacenar el sistema operativo «Windows»?» – Una oportunidad para un cálculo interesante. Tuvimos que hacer unas suposiciones iniciales acerca del tamaño que ocupa una perforación (un «bit») en el papel, y acerca del grosor del papel. Entonces llegamos a la conclusión de que una tal tira de papel, enrollada, llenaría nuestro patio entero. ¡A imaginarnos que un DVD, o una pequeña memoria USB, almacena varias veces la cantidad de información que correspondería a tal tira de papel!

Otras preguntas «matemáticas» de los niños podrían ser, por ejemplo:
¿Cuánto pesa el nevado Huascarán?
¿Qué tamaño tiene una nube?
¿Cuán rápido vuela una mosca?
Si se podría viajar a la luna en carro, ¿cuánto tiempo duraría el viaje? (y ¿cuánta gasolina habría que llevar?)
¿Cuántos átomos hay en mi almuerzo?

Nota al margen: Preguntas como estas pertenecen a la categoría de las «estimaciones Fermi» (según el físico italiano Enrico Fermi): Se trata de calcular una cantidad determinada, sin conocer los datos iniciales exactos; pero el resultado se puede aproximar, haciendo suposiciones razonables acerca de los datos iniciales. Por ejemplo, se pueden estimar la altura, la extensión de base y la densidad promedia del nevado Huascarán, y calcular a base de estas estimaciones.

Estos últimos ejemplos demuestran también que los niños, una vez que han hecho suficientes experiencias matemáticas en su vida cotidiana, empiezan a extender ideas matemáticas más allá del ámbito de su experiencia inmediata. Una vez que entienden la aplicabilidad de la matemática al mundo real, tienen la confianza de que la matemática puede responder también a preguntas que sobrepasan su propio horizonte de experiencias.

Beneficios del adquirir la matemática en relación con la vida diaria

Al comparar nuestros hijos con alumnos del sistema escolar, veo un gran beneficio particular de este método: Nuestros hijos entienden el significado de la matemática. En cuanto a las habilidades «técnicas» (tales como multiplicar o dividir mecánicamente), ellos no llevaron ninguna ventaja significativa durante sus años de primaria. (Ahora, en su adolescencia, se nota una ventaja en estas áreas también.) Por ejemplo, los alumnos escolares de primaria también saben convertir metros en centímetros y viceversa, después de haberlo practicado cientas de veces. Pero la mayoría de ellos están perdidos cuando les pido señalar con sus manos cuánto es un metro, y no pueden dar ninguna estimación sensata de cuánto mide una mesa, o cuán largo es el patio de la casa. – Los alumnos escolares saben también sumar, restar, multiplicar y dividir por escrito. Pero muchos de ellos no saben decir cuál de estas operaciones es apropiada para resolver un problema como este: «Un muro tiene el largo de 18 ladrillos y la altura de 22 ladrillos; ¿cuántos ladrillos se necesitan para construir el muro?» – O sea, los alumnos escolares realizan sus cálculos mecánicamente sin encontrar ningún significado en ellos. Los niños que aprendieron matemática en su vida diaria, en cambio, asocian sus cálculos con experiencias concretas, y por tanto entienden lo que significan en una situación concreta.

 


Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.

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¿No recibirán los niños un conocimiento incompleto si les permitimos estudiar según sus propios intereses?

He tratado de este tema en otros lugares, pero me parece que se merece un artículo propio en este blog. La Fórmula Moore, y en cierta medida también la pedagogía de la Escuela Activa, pone mucho énfasis en los propios intereses de los niños como su motivación más fuerte para aprender. Esto es muy distinto del modelo curricular de la escuela convencional, donde todos los niños tienen que aprender los mismos contenidos prescritos. (Dicho sea de paso, este modelo del currículo normado no existe «desde siempre»; no tiene mucho más que cien años de antigüedad.) Entonces, de parte de padres y profesores acostumbrados al sistema convencional, surge naturalmente la pregunta: «¿Y cómo podrán adquirir los niños un conocimiento completo, si les permitimos estudiar solamente lo que les interesa?» – O: «¿Cómo puede ser posible que un niño se interese por todo lo que debe aprender?»

La respuesta corta es: No, ningún niño se va a interesar por todo lo que se puede aprender. Pero eso no hace daño.

Voy a elaborar más sobre eso:

Los intereses de los niños dan lugar para una amplia variedad de actividades y conocimientos.

Cuando se aplica el método de los proyectos o unidades temáticas, cada interés del niño puede dar lugar a actividades de lectura y escritura, de matemática, de arte, de ciencias, de historia, etc. Así, las habilidades fundamentales pueden desarrollarse con muy poca necesidad de enseñanza «sistemática»: El niño lee, escribe, calcula, investiga y razona acerca de aquellas cosas que le interesan.
Es responsabilidad de los educadores usar su creatividad para ampliar este rango más allá de los intereses momentáneos de los niños. (Por ejemplo, un niño puede primero interesarse solamente por la técnica de la astronáutica, pero desde allí puede llegar a interesarse también en su historia, o en los fundamentos de la astronomía.) Estos conocimientos se grabarán en la memoria del niño de una manera mucho más duradera que lo que se aprende solamente de libros escolares, porque están unidos a un tema concreto que impacta al niño de manera positiva.
Es cierto que algunas habilidades deben aprenderse de manera sistemática. Por ejemplo, las habilidades matemáticas necesitan un entrenamiento sistemático (y en cuanto se trata de ejercicios escritos, tiene sentido realizarlos en un cuaderno destinado específicamente para este propósito). Lo mismo se puede decir de la ortografía (pero tomando los ejemplos de los propios escritos del alumno, para que no tenga que aprender palabras aisladas fuera de su contexto). Sin embargo, un educador creativo encontrará maneras como incorporar aun este entrenamiento sistemático en un tema de estudio según los intereses del niño.

A medida que pasa el tiempo, los niños descubren intereses nuevos.

Ahora que nuestros hijos están en su adolescencia, mirando atrás a su desarrollo puedo ver que en el transcurso del tiempo, ellos se interesaron por una buena parte de lo que se aprende en la escuela, y además por diversos campos que casi no se consideran en la escuela: plantas, animales, lectura (mayormente historias de aventura), problemas matemáticos, experimentos químicos, música, construcciones geométricas (al fabricar carros y aviones de cartulina), comunicación por internet, diseño gráfico computarizado, y otros más.
Pero ellos no se interesaron por todas estas cosas al mismo tiempo. Tenían por ejemplo una «fase de jardinería», durante la cual sembraron toda clase de semillas, cuidaron sus plantas y observaron su crecimiento. Después pasó ese interés, y quisieron hacer experimentos químicos. En otros tiempos quedaron fascinados por ciertos tipos de problemas y «rompecabezas» matemáticos.
La adolescencia en particular es un tiempo donde suceden grandes cambios en los intereses de los niños. Se olvidan de muchos de sus intereses anteriores y empiezan a explorar campos nuevos. Entonces, aunque no hayan aprendido nada acerca de un tema determinado durante sus años de primaria, eso se puede recuperar fácilmente durante la adolescencia.

Con todo eso, los intereses de nuestros hijos no coincidían con la secuencia del currículo escolar, el cual exige determinados conocimientos según determinadas edades. Por ejemplo, su interés por la química despertó entre los diez y once años, mucho antes de lo provisto en el currículo; y aprendieron durante ese tiempo la mitad del contenido escolar en química. Además, su aprendizaje fue facilitado por las experiencias prácticas que tuvieron. A diferencia de muchos alumnos escolares, ellos sabían como se ve y huele el azufre, el cloro, el amoniaco, y otras sustancias; y vieron cómo reacciona el vinagre con la caliza, o el hidrógeno con el oxígeno, antes de aprender toda la teoría relacionada. Por eso, su aprendizaje fue más profundo y duradero, aun con mucho menos horas de teoría. – Por el otro lado, durante todos sus años de primaria nunca se interesaron por la historia. Este interés despertó solamente en su adolescencia cuando alguien les regaló el juego de computadora «Age of Empires». Allí leyeron con interés todos los relatos históricos que el juego contiene; y eso fueron (casi) sus únicas «clases de historia» hasta hoy.
Pero al final y sumándolo todo, vemos que sus intereses han cubierto una porción sorprendentemente grande del currículo escolar. Y ellos adquirieron la mayor parte de sus conocimientos en el contexto de experiencias prácticas. Por eso saben lo que significa, a diferencia de muchos alumnos de las escuelas que saben solamente repetir unas definiciones teóricas sin conocer su significado. (Por ejemplo, en la escuela memorizan que el símbolo «Na» quiere decir «sodio», pero no tienen ninguna idea de lo que es el sodio o dónde se encuentra. Mientras nuestros hijos un día se divirtieron yendo de tienda en tienda, preguntando: «Por favor, ¿tal vez tiene cloruro de sodio?» – y se rieron cuando en todas las tiendas les dijeron que no …)

Durante la edad de primaria, ningún conocimiento es realmente «necesario».

Esto sorprenderá a muchos lectores, y particularmente a quienes son profesores profesionales o planificadores escolares. El sistema escolar es tan obsesionado con sus currículos normados y con su afán de apretar la mayor cantidad de «conocimientos» dentro de las cabezas de los niños pequeños, que sus planificadores ni siquiera toman en cuenta los resultados de las investigaciones pedagógicas y psicológicas. El Dr.Raymond Moore relata los siguientes datos:

«El doctor James T.Fisher, más tarde considerado como el ‘decano’ de los psiquiatras americanos, comenzó la escuela a los trece años de edad, cuando todavía no sabía ni leer ni escribir. A los dieciséis años se graduó de una escuela secundaria en Boston. (O sea, completó el equivalente de doce años escolares dentro de tres años.) En ese entonces, él pensaba que él tenía que ser un genio. Pero más tarde, durante sus estudios de psicología, descubrió que cada niño ‘normal’ podría hacer lo mismo. El añadió: ‘Si podríamos asegurar que cada niño tenga una vida familiar sana y un desarrollo físico apropiado, eso podría proveer la solución al problema de … la escasez de profesores calificados.’ (James T.Fisher y Lowell S.Hawley, ‘A Few Buttons Missing’, 1951)
(…) (El psicólogo William D.) Rohwer basa sus conclusiones parcialmente en las investigaciones conducidas por el sueco Torsten Husen en doce países: (…)
Todo el aprendizaje necesario para tener éxito en la escuela secundaria puede adquirirse en solamente dos o tres años de estudio formal. Si postergáramos la instrucción obligatoria en las destrezas básicas hasta los primeros años de la secundaria, podríamos lograr el éxito académico para millones de niños escolares que están condenados al fracaso bajo el sistema escolar tradicional.’ »
(Dr.Raymond y Dorothy Moore, «The Successful Homeschool Family Handbook», 1994)

Lo mismo es corroborado por Rebeca Wild, una pionera educativa en Ecuador:

«Un niño que es enseñado en el momento adecuado y de la forma adecuada, en un período que puede oscilar entre los cuatro y los siete meses, puede aprender sin dificultades toda la materia que se imparte en seis años de escuela primaria. Por lo tanto, no hay ningún motivo para respetar el plan de estudios oficial y perder la oportunidad de encontrar una alternativa.»
(Rebeca Wild, «Educar para ser», 1999)

Entonces no hay por qué preocuparse si un niño aprende poco del currículo oficial durante sus años de primaria. Un niño normal, que no fue desanimado por exigencias académicas inadecuadas, tendrá una gran curiosidad natural y un deseo innato de investigar, descubrir y crear cosas nuevas. Así aprenderá muchas cosas casi por sí mismo – aunque tal vez no sean exactamente las cosas que figuran en el currículo oficial. Si el leer, escribir y realizar operaciones matemáticas es una parte normal de la vida diaria en su entorno familiar, entonces el niño aprenderá también estas cosas de manera natural, aun sin instrucción formal. (Vea ¿Cómo aprenden a leer?) – James T.Fisher fue una excepción en este respecto porque por razones familiares, él tuvo que criarse hasta sus trece años en un lugar remoto del campo, donde aparentemente la lectura y escritura no eran parte de la vida diaria.

Solamente habrá que tomar en cuenta los siguientes puntos:
– Una vida familiar sana es esencial. El niño debe crecer cerca de sus padres y tener la certeza de que ellos le aman y le apoyan.
– Los niños en edad de primaria se encuentran en la etapa de las «operaciones concretas» (según Piaget); o sea, ellos necesitan manipular objetos con sus manos y hacer experiencias prácticas para poder entender y razonar. Por tanto, se les debe ofrecer muchas oportunidades para hacer trabajos manuales, ser creativos, experimentar con diversos objetos y materiales concretos, etc.
– Cuando el niño manifiesta interés por un tema determinado, hay que ofrecerle oportunidades para hacer experiencias prácticas en este campo de interés, y proveerle informaciones adicionales (libros especializados; informaciones sacadas de internet; etc.)

La adolescencia es el tiempo cuando despierta la capacidad del pensamiento abstracto. Solo entonces, el aprendizaje teórico de definiciones y conceptos empieza a adquirir sentido. Y el alumno de secundaria entenderá las definiciones y los conceptos tanto mejor, cuanto más experiencias prácticas y concretas hizo durante sus años de primaria. (Vea también: «Cuando el cerebro no tiene manos».)

La idea del «conocimiento completo» es una ilusión.

Realmente no tiene sentido exigir que un niño adquiera un «conocimiento completo»; porque tal conocimiento completo no existe. Nadie puede saber «todo». Aun el currículo escolar, necesariamente selecciona entre todos los saberes posibles, aquellos que los planificadores escolares consideran importantes. Preguntamos:
– ¿Es esta selección de saberes la mejor para nuestros hijos?
– ¿Tiene que ser la misma selección de saberes para todos los alumnos?

Cada persona es diferente, tiene inclinaciones y talentos diferentes, y un proyecto de vida diferente. Los adultos tampoco nos interesamos por «todo» ni sabemos «todo», entonces ¿por qué exigirlo de un niño? Yo digo: El conocimiento de una persona es lo suficientemente «completo» cuando sabe lo que necesita para cumplir el llamado de Dios para su vida. Y esto difiere mucho de una persona a otra.

Por el otro lado, los alumnos del sistema escolar tampoco adquieren el «conocimiento completo» que la enseñanza sistemática supuestamente provee. Mencioné arriba que mis hijos saben poco de historia, porque es un tema que nunca les interesó mucho. Pero descubrí que la mayoría de los niños escolares ¡no saben más que ellos! Por ejemplo, me sorprendí al darme cuenta de que muchos alumnos peruanos al terminar el sexto grado de primaria no saben decir quién proclamó la independencia del Perú. Es que los alumnos del sistema escolar tampoco aprenden lo que no les interesa, por más que el profesor intente enseñárselo. Haga la prueba y pregunte a unos alumnos acerca de unos temas, no de lo que están aprendiendo para el siguiente examen, pero de lo que estudiaron para el examen de hace tres meses. Encontrará que recuerdan muy poco, si no es por casualidad un tema que les interesa mucho.
Los alumnos del sistema escolar tienen la desventaja de que tienen que desperdiciar muchas horas de su vida escuchando y memorizando estos temas que no les interesan y que en seguida vuelven a olvidar. En cambio, los niños que tienen la posibilidad de aprender según sus intereses, pueden invertir este tiempo en algo que les interesa, y en consecuencia, adquieren un conocimiento más duradero.

Aun si existiera un alumno que pueda demostrar un «conocimiento completo» en todas las áreas prescritas por el currículo, eso no comprobaría el éxito del sistema escolar. Al contrario, eso comprobaría que el alumno muy probablemente sufre de un déficit de carácter. Como dijo el pionero educativo Roger Shank:

«Los alumnos exitosos son siempre personas que saben adivinar lo que el profesor quiere, y eso es lo que le dan. Pero en la vida real no se trata de agradar al profesor, y entonces estos ‘coleccionistas de buenas notas’ a menudo se sienten perdidos. Cuando yo hacía las admisiones a los programas de grado, y un estudiante presentaba notas ‘A’ en todas las asignaturas de su programa pregrado, yo lo rechacé inmediatamente. Simplemente no es posible que un estudiante sea igualmente bueno, o igualmente interesado, en todo. (Excepto en agradar al profesor.) Como docente universitario, yo no tenía paciencia con estudiantes que pensaban que el éxito académico consiste en repetirme siempre lo que yo acababa de decir.»
(Roger Shank, «Why do we still have schools?»)

En la adolescencia, el descubrir los intereses propios es esencial para la elección de su profesión futura.

En la adolescencia, la orientación vocacional empieza a adquirir actualidad. Demasiados jóvenes se hacen infelices de por vida, porque al momento de elegir una carrera aplicaron criterios equivocados como: «¿En qué profesión se gana más plata?», o: «¿Cuál profesión tiene mayor prestigio?» – Después se quedan atrapados en una profesión que en el fondo de su alma aborrecen. Estarían mucho mejor si en su debido tiempo hubieran aprendido a hacer preguntas como: «¿Qué es lo que realmente me interesa?» – «¿Qué cosas sé hacer bien?» – «¿De qué manera puedo mejor servir a mis prójimos?» – «¿Qué quiere Dios de mí?» – «¿Qué me gustaría hacer con el resto de mi vida?»

Por naturaleza, en la adolescencia surgen normalmente los intereses que dominarán gran parte de la vida adulta. Esta es una buena razón para permitir al adolescente que se dedique a estos intereses con todas sus fuerzas. (Mientras no sean intereses dañinos o moralmente malos, por supuesto.) El adolescente necesita llegar a conocerse a sí mismo, a descubrir sus verdaderos intereses y talentos. Una buena elección vocacional será de acuerdo a estos intereses y talentos. Si el alumno tuvo anteriormente la libertad de aprender según sus intereses, entonces habrá avanzado en estos campos de su interés mucho más que los alumnos del sistema tradicional. Por tanto, estará mucho mejor preparado para su trabajo futuro. Y si no sabe mucho acerca de algunos temas que no son de su interés, eso no será ningún impedimento en el ejercicio de su profesión. Un ingeniero no necesita saber historia; y un psicólogo no necesita saber trigonometría.

Además, la mayoría de los conocimientos necesarios para ejercer una profesión no se adquieren durante los estudios (sean escolares, universitarios o vocacionales), sino durante el ejercicio práctico del trabajo mismo. Por tanto, los estudios previos no tienen tanto peso como la capacidad de seguir aprendiendo. Según encuestas, las quejas más frecuentes de los empleadores acerca de jóvenes graduados de la universidad, son que les falta iniciativa, les falta la capacidad de innovar, y la disposición de aprender. No hay nada peor que un joven graduado que piensa que ahora que tiene su título, él «sabe como se hace» y no necesita aprender nada más. Pero la capacidad de aprender no se adquiere al estar sometido a un programa de enseñanza forzosa. Se adquiere cuando uno tiene la oportunidad de trazar sus propias metas, y después se enfrenta con el desafío de buscar los conocimientos que necesita para alcanzar sus metas.

Vea también:
Manifiesto pedagógico cristiano alternativo, capítulo V.7. «Educación de acuerdo a las inclinaciones y los intereses propios de los niños» (p.127-133)
La educación intelectual en el hogar

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Recomendado: Simposios acerca de la educación en el hogar

Un grupo cristiano en Argentina ha organizado dos simposios acerca de la educación en el hogar, donde unas familias educadoras experimentadas compartieron su perspectiva, sus principios y sus testimonios. Publicaron las grabaciones de estos simposios (inclusive unos videos) en su página web http://haciendodiscipulos.com.ar/. ¡Muy interesante!

A continuación doy los enlaces directos a los archivos de audio, con una descripción abreviada tomada de su página web:

Había Una Vez Una Familia, Daniel Baker.
«Lo que hoy llamamos «familia» se ha transformado en un concepto indefinido, inpreciso, ya que en la historia reciente del mundo la familia dejó de ser lo que era. (…) Un llamado a volver nuestros corazones hacia nuestros hijos.»

Entendiendo Los Tiempos En Los Que Vivimos, Daniel Divano.
«(…) Daniel, partiendo de las Escrituras, coloca a la escuela en esta perspectiva, mostrándonos de qué manera se ha transformado en uno de las principales amenazas a la fe y moral, y hace un llamado a reflexionar y pensar «fuera de la caja» en medio de una sociedad que parece ir ciega hacia la perdición.»

El Tren Bala, Daniel Baker.
«Todas las mañanas de Lunes a Viernes, (…) desde que un niño cumple seis años (aunque ahora comienzan con unos pocos meses de vida), durante sus mejores 12 años, hasta que el niño se ha vuelto un joven de 18 años, por casa pasa un tren que viene a llevarse a nuestros hijos. No conocemos quién lo maneja, ni quienes van en él. (…) Tampoco sabemos adónde va, porque hemos confiado ciegamente en sus desconocidos conductores.»

El Currículum de Dios, Daniel Baker.
«(…) Dios nos dejó un mandato claro y preciso; un currículum y metas claras para la crianza de nuestros hijos, que, honestamente, hemos dejado en tercer plano. Si no cambiamos nuestra rutina no cambiará nuestro fruto, y Dios no tendrá en nuestros hijos lo que se propuso al crearlos.»

El Testimonio de la Familia Kerr, Cristian y Silvina Kerr.
«Pensar en un mundo y hogar sin escuela, es casi inconcebible. ¿Cómo se hace con el trabajo?, ¿Quién da las clases? ¿Cómo es la agenda de un hogar que no manda sus hijos a la la escuela? ¿Qué resultados académicos se obtienen? ¿Qué material de estudio se da? ¿Cuál es el plan de estudio? ¿Qué hacen los chicos todo el día? ¿Cómo se sociabilizan? Estas y muchas otras preguntas son respondidas con mucha claridad por un matrimonio que tiene 8 años de experiencia criando y educando en casa a sus 4 hijos, y que han realizado múltiples entrevistas en diarios y televisión.»

Volviendo Nuestros Corazones Hacia Nuestros Hijos, Daniel Baker
«Malaquías indica que el advenimiento del Nuevo Pacto traería una característica destacable: El corazón de los padres se volvería a sus hijos. Los hijos hoy tienen su corazón en otras cosas, y para que ellos se vuelvan a sus padres es necesario que primeramente nosotros nos volvamos a ellos.»

La Mujer y Sus Hijos, Daniel Divano.
«El hijo consentido avergonzará a su madre» dice Proverbios, pues la mujer, tradicionalmente, era la responsable del carácter y la enseñanza a sus hijos. Según era el comportamiento y fruto de los hijos, ella era alabada o avergonzada frente a otros. Hoy la mujer ha tercerizado su rol, y precisa volver a asumir de todo corazón su misión de madre.»

Preguntas y Respuestas, Matrimonios Kerr y Baker.

Nuestro Propósito y Nuestra Estrategia de Educación, Daniel Baker.
«Nuestro claro propósito y objetivos de formación para nuestros hijos nos exigen evaluar qué alternativas tenemos para enseñarles lo académico. (…) Educar a nuestros hijos implica mucho más que lo académico, pero el enfoque actual monopoliza la atención en esto solamente, inhibiendo la formación del carácter, lo cual es el factor determinante en el éxito o fracaso espiritual, moral y aun profesional.»

No Améis Al Mundo, Daniel Divano.
«La Iglesia y las familias de discípulos que la conforman, precisan comprender los efectos indelebles que la sociedad está dejando en nuestros hijos. (…) Mientras sea la sociedad, y no nuestros hogares, la mayor influencia que reciben nuestros hijos, estaremos renunciando a nuestro rol de padres ante Dios y dejando de lado la instrucción que Dios nos dejó. Un recorrido por las Escrituras que abrirá la mente de muchos.»

Consejos Prácticos Para Hogares Que Educan, Cristian y Silvina Kerr.
«(…) En continuación con su presentación  en el simposio anterior, esta vez se enfocaron más en la predisposición de la mujer que educa en casa. Dan mucha importancia a la actitud y fe de los padres a la hora de emprender la enseñanza en casa, poniendo las dificultades en el contexto de objetivos y esperanzas gloriosas.»

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Convenios entre colegios y familias educadoras: Cómo podrían funcionar – y cómo no.

Con el crecimiento actual de la educación en casa también en Latinoamérica, diversas familias se estarán planteando la pregunta de cómo acreditarán los estudios de sus hijos si los educan en casa. Puede parecer ventajoso que una escuela o un colegio esté dispuesto a matricular a sus hijos y a certificar sus aprendizajes. Especialmente en países donde existe un vacío legal en cuanto a la educación en casa, y por tanto las autoridades – o unas personas mal intencionadas – podrían cuestionar este modelo educativo.

Algunas familias optan por matricular a sus hijos directamente en un programa de educación a distancia. Así se ahorran el trabajo de preparar materiales y proyectos educativos para sus hijos. Pero al mismo tiempo renuncian al privilegio de dirigir el aprendizaje de sus hijos, o – lo que me parece aun más importante – de darles libertades en cuanto al qué, cómo y cuándo quieren aprender. Los programas de educación a distancia tienen normalmente currículos y cronogramas fijos, preprogramados, igual como las escuelas presenciales. Por eso, nosotros nunca los hemos considerado como una alternativa válida, por lo menos no para alumnos de primaria. Una de nuestras razones más importantes por educar a nuestros hijos en casa, es que los currículos escolares pasan por alto el desarrollo individual y las necesidades individuales del niño. En muchos casos exigen de los niños conocimientos y capacidades demasiado avanzados para su nivel de desarrollo. Entonces los niños, en vez de aprender algo, solamente se confunden. Deseamos que nuestros hijos tuvieran la libertad de aprender a su paso, de acuerdo a su nivel de comprensión, y motivados por sus propios intereses.
Leí también acerca de varias otras familias educadoras, que generalmente se inician usando algún material o currículo fijo, intentando llevar una «escuela» en su hogar; pero que con el tiempo se dan cuenta de que éste no es el método más apropiado para sus hijos, y entonces se atreven a usar métodos más flexibles, más libres y más prácticos.
Pero si una familia tiene efectivamente esta intención, de llevar una «escuela» en su casa igual como las escuelas existentes, entonces la inscripción en un programa a distancia es por supuesto el camino más lógico.

Cuando nuestro hijo mayor llegó a la edad de entrar al primer grado, y demostró también las habilidades intelectuales correspondientes, entramos en un acuerdo con una escuela privada, de que lo iban a matricular y tomarle exámenes dos veces al año para certificar sus conocimientos, mientras nosotros lo educábamos en casa. Este era un acuerdo un poco más flexible que un programa a distancia; pero aun así resultó no apropiado para nuestro hijo. La escuela, aunque era una escuela privada y cristiana, no se distinguía mucho de las escuelas estatales en sus políticas y métodos. Solamente que, como muchas escuelas privadas, tenían la ambición de ser «más avanzados», o sea, adelantaron en su primer grado muchos contenidos que corresponden a niveles posteriores. Esto nos impuso una carga demasiado pesada y a menudo desanimaba a nuestro hijo. En la primera mitad del año dio sus exámenes bien, y puesto que la escuela tenía clases pequeñas, disfrutaba también de los tiempos con los otros niños de la escuela. Pero después aumentaron los problemas: El siempre escribía con letras bastante grandes, porque su motricidad todavía no era lo suficientemente desarrollada para escribir letras pequeñas. Pero en la segunda mitad del año, la profesora dijo que ya no le iban a permitir eso, y que tenía que escribir con letras pequeñas. Después de eso, él se quejaba cada vez de que le dolía la mano al escribir, y quedó tan desanimado que durante dos meses ya no quiso escribir nada. Además, al fin del año lo calificaron desaprobado en matemática. No porque hubiera calculado mal; solamente porque había escrito los resultados afuera de los espacios provistos, y porque había resuelto algunos problemas según su propio procedimiento original, en vez de usar el procedimiento prescrito por la escuela. Por eso le exigieron asistir a clases de refuerzo en las vacaciones. (Cuando después nos afiliamos a la Fundación Moore, le atestiguaron una inteligencia matemática por encima del promedio.)

Concluimos entonces que esa escuela no era apropiada para la educación de nuestros hijos, y buscamos alternativas. Encontramos que la Fundación Moore – una organización que asesora a familias educadoras en los Estados Unidos – tenía un programa en español, y nos afiliamos allí. Aunque esto no nos brindó ningún reconocimiento oficial (a lo máximo nuestros hijos hubieron sido considerados como si hubieran cursado estudios en el extranjero), pero recibimos un asesoramiento muy valioso acerca de los mejores métodos de educación en casa, por una organización especializada en este tema. – Desafortunamente, este programa se cerró hace unos años, por falta de familias interesadas.
En particular, ellos nos animaron a no preocuparnos tanto por si nuestros hijos estaban «cumpliendo con el currículo», y a confiar más en su desarrollo natural y en su propia motivación para aprender. A lo largo, esto resultó ser un muy buen consejo. Dimos a nuestros hijos mucha libertad para aprender las cosas que a ellos les interesaban. Efectivamente, encontramos que necesitamos una sola «hora académica» al día para enseñanzas sistemáticas de matemática, ortografía, gramática, etc. El resto del tiempo, nuestros hijos se ocuparon por sí mismos con lecturas o proyectos prácticos, o los involucramos en nuestros propios trabajos dentro y fuera del hogar. Con esto, durante sus años de primaria probablemente hubieran sido considerados como «atrasados» si hubieran sido evaluados por una escuela tradicional según el currículo estatal. Pero lo que aprendieron, lo aprendieron a fondo y con motivación propia, porque los contenidos les interesaban y eran de acuerdo a su nivel de comprensión. Entonces, al entrar a la adolescencia, su aprendizaje literalmente se disparó, de manera que ahora están «adelantados» en la mayoría de las materias. Nuestro hijo mayor ya está ayudando a alumnos mayores que él con sus tareas de matemática.

Con eso ya no nos preocupamos mucho por certificados de estudios. Pudimos comprobar que nuestros hijos son capaces de adquirir cualquier conocimiento que necesitan. Entonces se les presentarán también oportunidades para demostrarlo. En los Estados Unidos, hace unas décadas, fue una gran novedad cuando unos estudiantes educados en casa se presentaron a la universidad. Aprobaron los exámenes de admisión sin problemas, pero no tenían certificados de estudios. Entonces sugirieron a los encargados del proceso de admisión, que en lugar de certificados podrían entregar un portafolio de sus trabajos realizados durante su educación en casa, como prueba de lo que habían estudiado: Trabajos escritos de investigación; resúmenes de libros que habían leído; composiciones y ensayos; obras de arte; etc. Varias universidades aceptaron esta propuesta, y con el tiempo se dieron cuenta de que los estudiantes educados en casa generalmente demostraron mejores cualidades de aprendizaje que los estudiantes que venían de una escuela. En consecuencia, la mayoría de las universidades en los Estados Unidos introdujeron la «admisión por portafolio» como una alternativa oficial para estudiantes que no tienen certificados de estudios previos.

Por mientras nos enteramos de que en el Perú existen dos caminos oficiales como un alumno que nunca asistió a la escuela, puede obtener un certificado de estudio:
1. Para sus últimos años escolares puede matricularse en un colegio no escolarizado o a distancia. Se le aplica una «prueba de ubicación», y entonces puede comenzar sus estudios en el grado que corresponde a sus conocimientos. (Ley General de Educación, Art.26 y 37; Directiva No.004-VMGP-2005, Art.5.15.)
2. Puede solicitar la convalidación de estudios independientes; entonces dará un examen en un colegio autorizado para este tipo de evaluación, y tiene derecho a un certificado de estudios de acuerdo a sus conocimientos. (Ley General de Educación, Art.26.a; Directiva No.004-VMGP-2005, Art.5.13.)

En Colombia existe esta misma posibilidad del examen de validación, lo cual significa un reconocimiento oficial de la educación en casa, como declaró una representante del ministerio de educación colombiano:

«… La alternativa de una educación sin escuela, no corresponde a una opción de mayorías tanto en Colombia, como en el mundo; y por ello no está legislada por el MEN de manera explícita; y esto es entendible, porque las políticas públicas por su misma naturaleza, están diseñadas y tienden a ocuparse de las mayorías.
No obstante, como las leyes claramente responsabilizan de manera primaria a los padres de la educación de sus hijos, y en la autonomía que tienen éstos para velar y proteger los derechos de éstos, pueden escoger si envían o no a sus hijos a las instituciones educativas, la educación sin escuela puede ser una opción posible, siempre y cuando los papás garanticen al Estado que los niños están recibiendo una educación de calidad.
¿Y a través de qué mecanismos pueden llevarse a cabo estas opciones?, mediante los exámenes de validación que los niños y jóvenes pueden realizar. La normatividad (exactamente el decreto 2832 de 2005) contempla que cualquier niño o joven puede demostrar que ha logrado los conocimientos, habilidades y destrezas en cada una de las áreas obligatorias y fundamentales establecidas para los grados de la educación básica y media académica, validando sus estudios mediante evaluaciones o actividades académicas de manera gratuita, en establecimientos educativos que cumplan con los requisitos legales (…)»
(Heublyn Castro Valderrama, Subdirectora de Referentes y Evaluación de la Calidad Educativa, Ministerio de Educación Nacional de Colombia.
Ponencia en el congreso «Educación sin Escuela (ESE), Autoaprendizaje Colaborativo (AC) y Educación en
Familia (EF)», 2009-2010, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
Los textos completos de dicho congreso están publicados en http://www.slideshare.net/educacionsinescuela/un-mundo-por-aprender.)

Nos enteramos también de que existe un pequeño puñado de escuelas alternativas que no imponen un currículo rígido, sino que permiten a los alumnos avanzar a su paso individual, y les dan también ciertas libertades al escoger proyectos según sus propios intereses, de una manera parecida a lo que sugieren los Moore. Algunas de estas escuelas alternativas pueden estar en la disposición de matricular también a niños educados en casa. Si una familia educadora desea entrar en un convenio con una escuela para que reconozca los estudios de sus hijos, opino que una tal escuela alternativa sería una mejor opción que una escuela tradicional. Aunque desde nuestra perspectiva cristiana estamos un poco incómodos con las tendencias hacia el esoterismo que existen en muchas de estas escuelas (Montessori, Waldorf, etc); pero en lo pedagógico son las más afines a una buena educación en casa. Estas escuelas alternativas, por lo general, comprenden mejor el desarrollo del niño y sus necesidades educativas, inclusive la necesidad de libertad en cuanto al «currículo personal» de cada niño. Y si se trata solamente de avalar los estudios de niños educados en casa, donde los padres siguen siendo los responsables de la educación, pienso que un convenio es posible aun teniendo convicciones religiosas distintas. Nos agradaría si existiera alguna escuela cristiana que tuviera esta misma comprensión, pero desafortunadamente hasta ahora todavía no encontramos a ninguna.

Aun mejor sería si una escuela podría oficialmente ofrecer cobertura y asesoramiento para la educación en casa, como lo hace la «Fundación Moore». Pero como asesores deberían fungir padres educadores con suficiente experiencia en la educación de sus propios hijos. Un profesor de una escuela, que conoce este modelo educativo solamente en la teoría, no va a poder brindar un asesoramiento y una evaluación adecuados. Los Moore cuentan que en su experiencia, los profesores de profesión son normalmente los que más dificultan en comprender e implementar la educación en casa: «¡Ellos necesitan desaprender tantas cosas!»

Parece que las escuelas alternativas hacen la misma experiencia, de que los profesores profesionales tienen poco entendimiento de lo que es una educación de acuerdo al desarrollo natural y las necesidades del niño. Por eso, algunas de estas escuelas prefieren contratar a profesores que no tienen título de profesor, pero que tienen experiencia educativa práctica y comprensión por los niños. A lo largo de mis propias investigaciones descubrí que muchos elementos del sistema escolar, tales como la separación de los niños por grados, los currículos normados, y las calificaciones con exámenes y notas, no se fundamentan en ningún principio pedagógico. Se fundamentan únicamente en la necesidad burocrática de «administrar» de manera eficaz a un gran número de niños en instituciones masificadas. Pero como familias no tenemos estas necesidades administrativas, y por tanto podemos prescindir de métodos que solamente sirven a estas necesidades.

Por tanto pienso que un convenio entre una escuela y una familia educadora no puede funcionar bien si la escuela se basa en un modelo tradicional, y si sus profesores creen que ellos son «los expertos» en educación. Como mínimo, los profesores tendrían que reconocer que ellos son expertos solamente en la educación escolarizada, pero que la educación en casa es un modelo muy distinto, igualmente válido, y donde los profesores no son expertos. Para que esto pueda suceder, hará falta mucho diálogo. – Por el otro lado, las escuelas alternativas tendrán probablemente menos dificultades en comprender la educación en casa. Y quien sabe, si quizás podrían también asumir un rol de «mediadores» en el diálogo entre familias educadoras y escuelas tradicionales.

Otra alternativa que podría ser interesante en el futuro, son los cursos por internet. Plataformas como «Coursera» o «Udacity» están actualmente experimentando con cursos masivos que ofrecen el mismo nivel académico como los cursos presenciales en las universidades respectivas. La mayoría de estos cursos todavía no tienen reconocimiento oficial, y están limitados al nivel de la educación superior. Pero es bien posible que en el futuro, tales cursos podrían remplazar gran parte de los estudios presenciales. Y para familias educadoras que cultivan en sus hijos el aprendizaje activo e independiente, lo mismo podría funcionar al nivel de la educación media (secundaria). Esta no es una «educación a distiancia» con currículos y cronogramas rígidos, porque el estudiante puede escoger los cursos que desea llevar, según sus intereses y necesidades, según su nivel de comprensión, y según el tiempo que dispone. Entonces, un estudiante educado en casa podría fácilmente seguir estudiando de la manera acostumbrada desde niño, haciendo uso de estas oportunidades por internet.

 

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Niños educados en casa se convierten en aprendedores independientes

Esta es hasta ahora la experiencia más grata en la educación de nuestros hijos: Al entrar a la adolescencia, ellos se volvieron cada día más independientes en su aprendizaje. Raras veces necesitan que papá o mamá les den libros acerca de los temas que estudian, o que les demos tareas específicas a cumplir. Ellos ahora ya saben encontrar las informaciones por sí mismos, y poco a poco están aprendiendo también a trazarse sus propias metas, y a ser responsables en cumplirlas. En breve: Están creciendo en su capacidad de gestionar su aprendizaje ellos mismos.

En el mundo del futuro cercano, esta capacidad de auto-aprendizaje tendrá una importancia creciente. Muchas instituciones de educación superior están actualmente experimentando con diversas formas de aprendizaje virtual por internet. Se ha reconocido que este nuevo modelo podrá facilitar una buena educación superior a muchas personas que hasta ahora no tenían acceso a ella por razones económicas o geográficas, por lo cual no pueden asistir a una universidad. Ahora se está desarrollando la posibilidad de llevar cursos a un nivel universitario por internet, sin tener que asistir físicamente a una universidad. Hay solamente un problema: Para participar exitosamente en un tal curso, uno tiene que estar acostumbrado a aprender de manera activa e independiente. Y esta es una cualidad que no se fomenta en el sistema escolar dominante.

Uno de los pioneros de las nuevas formas de aprendizaje virtual, el matemático Keith Devlin de la universidad de Stanford, escribe al respecto en su blog:

«Parece que muchos perciben la educación como algo que otras personas les hacen a ellos; otras personas que tienen control sobre ellos. Esto es completamente equivocado, y es lo contrario de lo que uno encontrará en una buena universidad. (…) ‘Aprender’ es un verbo activo. El enfoque debe estar en crear un ambiente donde el estudiante puede aprender, quiere aprender, y puede obtener el apoyo que necesita para ello. No existe otro camino; y cualquiera que pretende poder hacer algo más que ayudarte a aprender, está solamente intentando sacar dinero de ti.

Segundo, hay una idea común de que la educación consista más que todo en conseguir buenas notas en los exámenes – generalmente mediante los medios más eficaces (lo que significa obviar el verdadero aprendizaje). (…)

El ingrediente esencial para beneficiarse de la gran oportunidad que ofrecen los cursos por internet, es saber cómo aprender. Esta debería ser la capacidad más importante que los estudiantes adquieren en su educación básica. Desafortunadamente, con el sistema actual que gira alrededor del «ser enseñado» y «ser examinado», solamente muy pocos estudiantes emergen con esta capacidad tan importante; y los pocos que la adquieren, normalmente dicen que lo lograron a pesar de su educación escolar.»

(Keith Devlin en http://mooctalk.org.)

Las grandes tendencias en la educación – sobre todo en la educación superior – van claramente hacia el aprendizaje autogestionado, activo e independiente. Y la educación en casa brinda las mejores posibilidades para adquirir estas capacidades.

Efectivamente, este año nuestro hijo mayor ha completado exitosamente su primer MOOC (curso abierto masivo por internet) – en inglés. Fue acerca de un tema del cual nosotros como padres sabemos muy poco, así que no pudimos ayudarle mucho. Y nuestro hijo tenía solamente dos años de aprender inglés; pero en esos dos años había aprendido más de lo que los alumnos de secundaria aprenden en cinco años de colegio. Es que él lo hizo por interés propio. Su deseo de aprender inglés despertó cuando él empezó a usar unos programas de computadora cuya documentación existía solamente en inglés. Entonces empezó a aprender para poder comprender los manuales. Cuando empezamos a darle unas clases formales, nos dimos con la sorpresa de que él ya conocía casi todas las palabras; solamente le faltaba aprender la pronunciación y mejorar su gramática.

Ahora, esta capacidad del auto-aprendizaje no cae así no más del cielo. Es el fruto de un método educativo que desde el inicio valora la actividad propia del niño, y sus propios intereses, en vez de imponerle lecciones y contenidos. Un niño que es sometido bajo un currículo rígido y exámenes normados, se vuelve dependiente. Pierde su creatividad y su curiosidad natural; ya no le interesa aprender; solamente le interesa pasar los exámenes. No averigua nada por sí mismo, porque está acostumbrado a absorber pasivamente los trozos de conocimiento que el profesor le pone delante.

No es entonces simplemente la educación «en casa» la que produce aprendedores independientes. Una familia que educa a sus hijos según un currículo inflexible, preprogramado, aunque sea «en casa», reproducirá en su propio hogar muchos de los problemas del sistema escolar. En cambio, los modelos educativos que nos inspiran (más notablemente la «Fórmula Moore» y la «escuela activa»), permiten al niño avanzar a su propio paso y según sus propios intereses. Esto podría realizarse incluso en una escuela (alternativa), con tal que la escuela encuentre una forma de permitir a cada niño que avance según su propio «currículo individual».

Por ejemplo, nunca hemos obligado a nuestros hijos a aprender a leer «porque a su edad deberían aprenderlo». En cambio, hemos observado atentamente su desarrollo; y cuando notamos las señales de que el cerebro de un niño había alcanzado la madurez necesaria para aprender a leer, entonces se lo enseñamos. Cuando se espera pacientemente hasta ese momento – que en algunos niños puede llegar recién a los ocho años o aun más tarde – , entonces los niños aprenden a leer sin dificultad dentro de dos a tres meses.
El resultado fue, en el caso de nuestros hijos, que se alegraron tanto de su nueva capacidad de leer, que enseguida leyeron todos los libros aptos para su edad que pudieron encontrar en nuestra casa, y pidieron más libros. Encontes buscamos y compramos más: Libros de cuentos; una Biblia infantil más amplia de la que ya tenían; libros sobre experimentos, trabajos manuales, plantas, animales, etc. Ya en la edad de primaria, nuestros hijos nos sorprendieron con conocimientos acerca de algunos temas (por ejemplo animales) que nosotros mismos no sabíamos, pero ellos lo habían aprendido de sus libros.
En triste contraste, observamos en los niños escolares que atendemos, que para ellos el leer es un deber impuesto que solamente les causa molestias; y casi nunca sacan un libro de la biblioteca por interés propio.

En la edad de primaria, como padres todavía nos tocó tomar la iniciativa en muchos proyectos educativos. Por ejemplo, animamos a nuestros hijos a observar la luna y las estrellas – lo que los incentivó a leer libros sobre astronomía. O después de un viaje, los animamos a buscar en el mapa los lugares por donde habíamos pasado, y a medir las distancias. Pero ellos pronto comenzaron a encontrar y sugerir sus propios proyectos. Por ejemplo, alrededor de los once años dijeron que querían hacer experimentos químicos. Entonces empezamos a leer sobre el tema, conseguimos unos tubos de ensayo, un mechero, unos guantes y lentes de protección, y unas sustancias químicas. Hicimos experimentos y anotamos nuestras experiencias. En el transcurso de este proyecto (que duró varios meses), nuestros hijos aprendieron la mitad de los conceptos químicos que los alumnos de secundaria aprenden varios años más tarde.
El lector atento se habrá dado cuenta de que nosotros mismos, los padres, también tuvimos que aprender mucho en estos proyectos. Si queremos que nuestros hijos sean aprendedores, nosotros mismos también tenemos que ser aprendedores. Como en todas las áreas de la vida, nuestro propio ejemplo es decisivo.

Entonces, nuestro currículo no está definido por lo que unos funcionarios piensan que se debería aprender a una edad determinada. Es que cada niño es diferente, tiene intereses distintos y un ritmo de desarrollo distinto. Por eso, nuestro currículo está definido por los intereses y el desarrollo individual de cada niño. Esto significa que en algunas áreas de su interés están muy «adelantados» en comparación con el currículo escolar, mientras en otras áreas están «atrasados» – o sea, simplemente no invirtieron mucho tiempo en aprenderlas porque no les interesaba. ¿Es eso una desventaja? No lo creo. No es posible saber «todo». Cada persona tiene que elegir entre todos los saberes posibles, aquellos que quiere aprender. Si quiere ser ingeniero, ¿para qué pasar tantos años estudiando historia? – Si quiere ser historiador, ¿para qué llenarse de trigonometría o de termodinámica? – Una característica importante del aprendedor independiente es que él sabe decidir cuáles conocimientos necesita adquirir para alcanzar sus metas. Y esta capacidad de decisión no se adquiere cuando todo el tiempo alguien decide por ti lo que debes aprender.

Uno podría objetar aquí que entonces un aprendedor independiente tendrá un conocimiento «incompleto». Pero lo mismo es cierto para los alumnos del sistema escolar. Pregunte a cualquier alumno promedio acerca de un tema que estudió hace medio año. Si no es un tema que le interesa mucho, recordará poco o nada. Pero a diferencia del aprendedor independiente, perdió mucho más tiempo estudiando esos temas, solamente para volver a olvidarlos después del examen.

La gran ventaja del aprendedor independiente es esta: Cuando tiene necesidad de ciertos conocimientos nuevos, los puede adquirir por sí mismo, con poca ayuda y en poco tiempo. Y esta capacidad tendrá cada vez más importancia en un mundo que avanza y cambia rápidamente.

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John Taylor Gatto: El principio de la pulga atrapada

Extracto de: «Weapons of Mass Instruction» (2009)

¿A qué se debe la extraña, inhumana pasividad de los niños escolares, especialmente hacia asuntos que el mundo adulto siempre consideró importantes? ¿Y la indiferencia aun más extraña de los niños pobres hacia su futuro ominoso que se acerca rápidamente?

Yo tuve varias teorías sobre esto mientras trabajé como profesor, pero ninguna de ellas era convincente, hasta que un día me explicó un niño inmigrante taiwanés de once años, Andrew Hsu, como se quebranta el espíritu de las pulgas para domarlas. Su explicación fue publicada en una breve autobiografía que él escribió para una ceremonia donde él y yo recibimos el mismo premio; pero mucho más importante que este reconocimiento fue para mí lo que aprendí de Andrew en aquel día.

El acababa de ganar la feria de ciencia e ingeniería del estado de Washington, por haber descifrado un gen que el hombre tiene en común con el ratón: COL201A. A sus once años, Andrew era un campeón en natación y había ganado muchos trofeos. El hablaba perfectamente chino, francés e inglés. En su tiempo libre trabajaba como asistente para películas documentales profesionales. Y nunca había asistido a una escuela; sus padres lo habían educado en casa.

Cuando le pidieron describir la lección más importante de su vida, la que más influenciaba sus decisiones, él dijo que era algo que su padre le contó acerca de los métodos para entrenar pulgas, para que columpiasen en trapecios, jalasen pequeños cochecitos, y todas esas cosas que antiguamente se enseñaban a las pulgas para divertir a los reyes y sus cortes.
La historia que le contó su padre fue así:
Si pones a unas pulgas en un contenedor bajo, se escapan saltando. Pero si pones una tapa sobre el contenedor por un tiempo corto, las pulgas se chocan con la tapa cuando intentan escapar, y pronto aprenden a ya no saltar tan alto. Ellas abandonan su búsqueda de la libertad. Si después quitas la tapa, las pulgas quedan prisioneros de las restricciones impuestas por ellas mismas. Así es también nuestra vida. Muchos de nosotros permitimos que nuestros propios temores, o las imposiciones de los demás, nos mantengan presos en un mundo de expectativas bajas.

Cuando leí esto, mi entera vida de profesor pasó por delante de mis ojos. Yo había sido contratado para ser la tapa encima de la placa de Petri, contra la cual los niños iban a chocar sus cabezas en sus intentos de seguir su camino, hasta que algún día estarían agotados y abandonarían sus intentos. Y en este punto serían súbditos aptos para ser domados.

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