Educación Cristiana Alternativa

Educación es algo muy diferente de lo que usted piensa …

Más importante que la salud

Este artículo se dirige mayormente a aquellas personas que
leyeron mi aviso anterior, y que por ello se sintieron movidos a
orar por mí. Varios de ellos me ofrecieron orar por mi sanidad.
No es que esa petición me parecería demasiado grande. Pero mi
impresión es, desde el inicio, que actualmente no es la voluntad
de Dios sanarme, por lo menos no bajo las circunstancias
actuales.

Mi situación

No quiero prohibir a nadie orar por mi sanidad. Si Dios lo
pone en tu corazón y te da una promesa para ello, hazlo. Pero
sobre todo quiero que sepas que estoy tranquilo y en paz en las
manos de Dios, sea cual sea mi estado de salud, esa no es mi
preocupación.

Estoy convencido de que cada persona – y particularmente cada
cristiano – tiene una tarea de vida encargada por Dios, esté
consciente de ello o no. Y que Dios quita a cada persona de la
tierra cuando la tarea de vida de aquella persona está cumplida.
(Lo cual no es sinónimo con "cumplir determinadas
metas". El profeta Jeremías por ejemplo, según criterios
terrenales era un fracaso total: nadie se convirtió al escuchar
su mensaje. Sin embargo estoy convencido de que él cumplió la
tarea de su vida.)

En cuanto a mí, estoy bastante seguro de que la tarea de mi
vida consiste en:

  • Ayudar a verdaderos seguidores de Jesús a continuar su
    camino, y a entender mejor la palabra de Dios.
  • En los círculos cristianos, propagar una pedagogía
    fundada en principios bíblicos, y adaptada a las
    características y necesidades de los niños. Lo cual
    significaría, en particular, construir alternativas
    educativas que sean diferentes a las escuelas
    institucionales (incluidas las "cristianas"),
    ya que ésas no son ni bíblicas ni adecuadas a las
    necesidades de los niños.
  • Animar a los verdaderos seguidores de Jesús, y ayudarles
    con enseñanza bíblica, a que tengan comunión
    espiritual según el ejemplo de los primeros cristianos.

Actualmente y desafortunadamente, sucede que ya no encuentro a
las personas a quienes se dirigen estas tareas, por lo menos no
en mi propio entorno. Quizás existen todavía unos cuantos
seguidores verdaderos de Jesús, pero si los hay, no se dan a
conocer. Posiblemente su vida espiritual se echó a dormir en las
iglesias institucionales. Hemos intentado varias veces ganar a
unos participantes de iglesias para una comunión espiritual con
nosotros. Sólo un diminuto puñado de personas respondió
positivamente a ello. (Puede ser que con estos "dos o
tres" yo siga teniendo un deber.)

Acerca del punto 2, nunca existió un grupo interesado. Hace
años conocí a un misionero que deseaba formar profesores según
principios bíblicos. Él había buscado más que yo: había
viajado por todo el Perú y visitado a toda escuela evangélica
que existía en aquel tiempo. Le pregunté si alguna de esas
escuelas se dedicaba a elaborar contenidos y materiales de
enseñanza con fundamento bíblico. Él respondió: "No.
Todas enseñan según la perspectiva prescrita por el gobierno, y
usan los materiales del gobierno u otros conformes con ellos. Y
hay una que importa materiales del extranjero."

Últimamente están surgiendo ciertas corrientes de familias
que educan en casa, y que desean aplicar principios bíblicos.
Algunas de ellas desean también usar una pedagogía de acuerdo a
las características y necesidades de los niños. Así que hay
esperanza de que aquí esté surgiendo, aunque no una bien
formada alternativa pedagógica, pero por lo menos un grupo de
familias deseosas de aplicar los mismos principios o similares.
Me queda abierta la pregunta hasta dónde será posible una
colaboración fructífera entre estas familias. Hasta ahora no
llegué a tener conocimiento de algún grupo determinado a
fundamentarse juntos sobre los principios mencionados. Según mi
observación, las familias educadoras suelen ser bastante
individualistas – y en cierta medida hay que serlo para
perseverar en el propósito de educar en casa. Pero por el otro
lado, ese individualismo a menudo dificulta la colaboración
práctica entre familias que tienen 219 diferentes visiones de la
educación.

En breve, con todo lo que sucede, concluyo que estoy llegando
al fin de mis posibilidades, respecto a la tarea de mi vida. Y no
creo que debo hacer cosas que no corresponden a ese llamado. Por
tanto, me parece muy lógico que Dios tenga que quitarme de esta
tierra en breve – aun si algunas personas a mi alrededor no
entienden eso.

Algunos me han dicho que puede haber otras razones para
quedarse en la tierra, p.ej. para disfrutar de la vida. Pero
según las señales de los tiempos y las profecías bíblicas,
los años venideros no serán de la clase de que uno pueda
disfrutar de ellos.

Otros me han dicho que nadie puede saber con seguridad cuál
es su tarea de vida, y cuándo está concluida. Pero ¿acaso no
podemos pedir a Dios que Él nos revele eso? Eso es ciértamente
una petición más fácil que la petición de que me sane de una
enfermedad incurable Yo le he pedido eso, y la respuesta es lo
que he escrito arriba.
Además podemos sacar la conclusión en dirección opuesta: Si
Dios me hace saber, mediante un diagnóstico médico, que Él
planea quitarme de la tierra en un momento no muy lejano,
entonces puedo concluir de ello que la tarea de mi vida está
cercana a su conclusión.

Mis peticiones de oración

Por el otro lado, existe la posibilidad remota de que Dios
despierta a grupos de personas que respondan a las tareas arriba
mencionadas. Si eso sucediera, sería una buena razón para pedir
por la prolongación de mi vida. De ahí mis peticiones de
oración:

  1. Por favor ora conmigo, que Dios conduzca a algunas
    persona a un verdadero arrepentimiento y nuevo
    nacimiento; que experimenten la convicción del pecado
    (Juan 16:8) y lleguen a la fe plena.
  2. Que aquellos que de verdad nacieron de nuevo, despierten
    a una vida entregada a Jesús y siguiendo a Él por
    completo.
  3. Que Dios abra los ojos de Sus verdaderos hijos, para que
    entiendan Su voluntad y principios para la educación. En
    particular, que los padres no sigan permitiendo que sus
    hijos sean adoctrinados en enseñanzas ateas en las
    escuelas. Igualmente, que no permitan que sus hijos sigan
    siendo maltratados y confundidos en el nombre de una mal
    concebida "educación".
  4. Que los nacidos de nuevo busquen y practiquen también
    nuevamente la comunión espiritual en el sentido de
    Hechos 2:42-47, 1 Cor.14:26, etc.
  5. Que la (relativa) libertad actual siga reinando todavía
    algún tiempo más, para poder obrar en el sentido de los
    puntos mencionados.

Pienso que las cosas mencionadas son algo de lo más
importante que podemos pedir a Dios en el tiempo presente. De
todos modos, más importante que mi bienestar personal. Por
tanto, te agradezco si tú también puedes orar en este sentido.

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Por qué no es buena pedagogía, juntar a niños de la misma edad

Este artículo es la continuación del anterior: «De la importancia de tener hermanos mayores y menores». Allí hemos visto la dinámica positiva que se desarrolla en una familia sana entre hermanos mayores y hermanos menores. Hemos visto que Dios en Su sabiduría diseñó la familia de esta manera, con niños de distintas edades que crecen juntos, aprendiendo unos de los otros, y aprendiendo a valorarse mutuamente.

Entonces, ¿qué consecuencias tiene este diseño sabio para el sistema escolar?

Gran parte del sistema escolar se fundamenta en la separación de los niños por edades: Cada niño es asignado a su grado estrictamente según su edad cronológica. A cada grado se asignan currículos, planes de enseñanza y objetivos de conocimientos y habilidades específicos. Las escuelas multigrado se consideran «antipedagógicas» y solamente se admiten como «soluciones de emergencia». Con excepción de unas pocas escuelas alternativas que han descubierto que una escuela multigrado es más cerca del modelo familiar, y por tanto más adecuada para el desarrollo de los niños.

La separación por edades se fundamenta con la idea de «juntar a niños del mismo nivel». Los defensores de esta separación desean poder enseñar a todos sus alumnos lo mismo, y con un mismo método para todos. Por eso desean que sus alumnos estén todos al mismo nivel de comprensión y conocimientos. Pero la realidad escolar demuestra diariamente que esto no funciona así. La madurez de los niños de una misma edad varía grandemente. En una determinada sección de tercer grado, por ejemplo, hay niños que pueden competir en matemáticas con niños de quinto grado, mientras otros niños de la misma edad están todavía en la etapa intuitiva y no pueden encontrar ningún sentido en los números que tienen que escribir en sus cuadernos. Además, los que están más maduros en su pensamiento matemático, no lo están necesariamente en su lenguaje o en sus habilidades manuales, y viceversa. Por tanto, la separación de los niños por edades no cumple con su supuesto objetivo, de juntar a niños de un mismo nivel.

En la pubertad, las diferencias individuales en el desarrollo se acentúan aun más:

«En 1959, Goodlad y Anderson publicaron evidencia irrefutable de que el sistema de aulas por grado (inventado en 1847 y adaptado de un sistema militar prusiano de 1536) está equivocado. La Investigación Medford de Crecimiento y Desarrollo del Niño, llevada a cabo durante doce años por la universidad de Oregon (1957-1969), demostró que entre los «alumnos de séptimo grado» existe una variación fisiológica de seis años: Algunos niños de una edad cronológica de 12 años, tienen fisiológicamente solo 9 ó 10 años, mientras otros tienen un desarrollo correspondiente a los 14 ó 15 años. (…) La variación «académica» entre los «alumnos de séptimo grado» refleja una gama de diez años en el rendimiento – desde puntajes correspondientes al tercer grado hasta el décimotercer grado según exámenes tradicionales estatales. No puede existir una clasificación de «séptimo grado» [basada en la edad cronológica], sin embargo, sigue persistiendo hasta hoy como si fuera un edicto de los dioses.»
(Don Glines: «Cien años de guerra contra el aprendizaje»)

Además, la separación de los niños por grados incentiva una mentalidad de competencia que es antisocial. Puesto que, en la teoría, todos deberían estar «del mismo nivel», un niño que se queda «atrás» se considera fracasado. Los niños compiten entre ellos por alcanzar o superar este «nivel» imaginario. Los pocos que están en la punta, desarrollan orgullo y egoísmo. Los muchos que se quedan «atrás», se desaniman, pierden su autoestima y su deseo natural de aprender. En su lugar adquieren una motivación no natural: Estudian para no ser ridiculizados, o para no tener que repetir el año; pero ya no por el deseo de saber y entender. En un sistema así, los alumnos son masificados: pierden su individualidad y su personalidad propia. Ya no valoran su propia manera de ser; ya no pueden entender que es normal que cada niño es diferente. En vez de ver la diversidad como un valor, la ven como un defecto. En vez de ayudarse mutuamente, compiten todos contra todos. A los niños no se les permiten los beneficios de tener hermanos mayores y menores. En cambio, son obligados a una forma de «socialización» que no es natural, y puede ser hasta cruel.

Es un viejo principio pedagógico que no se debe comparar a los niños entre sí: «Pedro es más inteligente que Arnaldo; Carla es más obediente que su hermana; Felipe es mejor deportista que Juan; Anita es más bonita que Fabiola …» Es que en estas comparaciones siempre hay uno que queda atrás, se siente mal y se desanima. También, estas comparaciones en su mayoría resaltan calidades que no son ningún mérito del niño. (A menudo los principios viejos son mejores que los modernos.) – Es mucho mejor comparar a cada niño solamente consigo mismo: «Ya estás entendiendo este tema mejor que ayer. – Parece que hoy tienes un día malo, yo sé que tú puedes comportarte mejor. – El año pasado todavía no podías dibujar vacas; ¡ahora ya puedes!» Así el niño se da cuenta de sus progresos y es animado a progresar más.

Pero el sistema escolar promueve exactamente aquella clase de comparaciones que es dañina para la autoestima y la motivación de los niños: la comparación de los niños entre sí. En cambio la familia (y en cierta medida también la escuela alternativa multigrado) incentiva mucho más la sana comparación de cada niño consigo mismo.

En una familia, es lógico que no se pueden evaluar a todos los niños con un mismo examen. Se entiende que cada uno está a un nivel diferente. Una buena pedagogía consiste en ayudar a cada uno para que avance desde el nivel actual en el cual se encuentra. Juzgar a todos los niños de una familia basado en un mismo examen, sería muy injusto. Pero raras veces los planificadores escolares se dan cuenta de que es igualmente injusto, juzgar a todos los niños de una determinada edad cronológica basado en un mismo examen. Entre estos niños existen tantas diferencias en su trasfondo familiar y cultural, su desarrollo individual, etc, que no podemos tratarlos como si «todos deberían estar en el mismo nivel».

El sistema escolar no premia a los niños más inteligentes o más esforzados. Simplemente premia a aquellos que están un poco adelantados en su desarrollo, o sea, a los niños precoces. Pero no existe ninguna evidencia de que los niños precoces sigan siendo «sobresalientes» cuando sean adultos – a menudo es lo contrario. La velocidad del desarrollo no dice nada acerca de su calidad. A veces, una inteligencia superior necesita más tiempo para desarrollarse adecuadamente. Por ejemplo, Albert Einstein y Woodrow Wilson eran tales inteligencias superiores que se desarrollaron lentamente. Wilson tenía más de diez años cuando aprendió a leer; pero se graduó de la universidad de Princeton a los 23 años, y más tarde fue presidente de la universidad. Einstein no hablaba ni una palabra hasta los cuatro años de edad, y tuvo dificultades de hablar hasta los nueve años. De adulto, fue uno de los científicos más destacados del siglo XX.

¿Por qué entonces las escuelas insisten en que los niños sean estrictamente separadas por edades?
– No puede ser para «juntar a niños del mismo nivel», porque la separación por edades no es apropiada para alcanzar esta meta. Eso es solamente un pretexto. ¿Cuál es la verdadera razón?
Obviamente, la separación por edades facilita la administración estatal de los niños. Es más fácil dictar leyes y reglamentos basados en el año de nacimiento de cada niño, en vez de preocuparse por conocer y atender a cada uno individualmente. No son razones pedagógicas ni científicas, son solamente razones burocráticas, las que exigen que cada niño sea metido en un cajón que corresponde a su edad. Un educador que realmente ama a los niños, no los someterá a este sistema inhumano.

Una comunidad de familias que educan a sus hijos en casa, o una escuela multigrado y activa, no impide que se formen grupos de niños «de un mismo nivel». Al contrario: estos grupos se forman de manera más natural y espontánea que en una escuela separada por edades. Por ejemplo, un niño escoge de la biblioteca un libro acerca de los países del mundo. Pronto este niño se ve rodeado por tres o cinco otros niños que comparten este mismo interés, y leen el libro juntos. Un padre o profesor puede acercarse a este grupo para incentivar sus investigaciones con preguntas y sugerencias adicionales. Se ha formado un grupo de interés que puede estudiar un mismo tema juntos, y lo hacen con más motivación y naturalidad que una clase de niños reunidos forzosamente. – Lo mismo sucede p.ej. con los materiales de matemática. Un material de fracciones será escogido solamente por aquellos niños que han madurado lo suficiente para poder entender estos conceptos. Los niños «del mismo nivel» se juntarán naturalmente alrededor de este material; mientras aquellos que todavía no están listos para aprender sobre fracciones, no lo encontrarán interesante y buscarán un material más fácil.

Entonces, la idea de juntar a niños «de un mismo nivel», no es ningún argumento a favor de una separación por edad cronológica. Al contrario, es un argumento a favor de la escuela alternativa multigrado, la cual permite avanzar a cada niño según su ritmo individual. Y es un argumento a favor de la familia, donde existen mejores posibilidades para educar a cada niño según su nivel efectivo. (Por supuesto, esto no se aplica a una escuela multigrado tradicional, la cual intenta mantener la separación artificial por grados dentro de sus aulas, imponiéndoles un currículo rígido. Solamente se aplica a escuelas que permiten a los alumnos escoger sus actividades, temas y materiales de acuerdo a su propio nivel de comprensión. Vea «Pedagogía de la escuela activa».)

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